Cuatro ha vuelto a vivir una noche nefasta con Quiero ser Monja. El formato innovador con el que quisieron sorprender teniendo a la Iglesia como telón de fondo sigue perdiendo adeptos y ha firmado un nuevo fracaso con su última emisión. Con su tercer programa, el espacio de Mediaset ha logrado un nuevo mínimo con el que no ha pasado de un 4,5% de share y 851.000 espectadores. El docurealty, que se emite los domingos en horario de prime time, no ha sorprendido y no ha podido hacer frente a El Objetivo de laSexta, del que le separan varios puntos de share.
En sólo tres semanas, Quiero ser Monja ha pasado de unos datos modestos en la noche de su estreno –cuando logró un 7,1% de cuota de pantalla y 1,3 millones de espectadores- al mínimo firmado anoche con 4,5% de cuota de pantalla con poco más de 850.000 espectadores. Esto supone una pérdida de 439.000 seguidores y 2,6 puntos de share en dos semanas.
La estrategia del morbo no ha servido en esta ocasión para que el nuevo proyecto de Mediaset, que se encuentra en el ecuador de su primera temporada, se convierta en un rival que plante cara al resto de cadenas. Por el momento, Quiero ser Monja se mantiene lejos de los datos de su antecesor, Los Gipsy Kings, que cerraron su segunda temporada a principios de abril con una cuota de pantalla media de 10,2 puntos de share y más de dos millones de espectadores.
Lo que está claro es que el futuro se complica para Quiero ser Monja, después de que la audiencia no haya respondido favorablemente se complica su futuro. La evolución, tal y como refleja la gráfica es negativa y mucho tendría que cambiar su en las tres entregas que restan por emitir para poner encima de la mesa la posibilidad de renovación de una segunda temporada. El esfuerzo de Mediaset y su apuesta por este proyecto hace aguas a pesar del importante despliegue que se ha realizado desde el grupo de Fuencarral con este docureality.
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