“Quod est curvum, rectum fieri non potest.” “Lo torcido no se puede enderezar.” (Nueva Vulgata de Pablo VI)
El eurodiputado de Izquierda Unida Javier Couso ha salido en defensa de Maduro y su estado de excepción afirmando que el matón venezolano está siendo escrupuloso con las garantías democráticas. Ya sea por sumar puntos con los de la franquicia chavista o por haber bebido más de lo aconsejable el caso es que lo ha dicho. Bueno, quizá sea que estamos asistiendo al anochecer de la inteligencia, o, tal vez es que la irracionalidad es una plaga que ha trastornado de estupidez el mundo, y, teniendo causas fácilmente identificables, Couso ha querido dejar claro que él no es una excepción a la tendencia.
Entretanto Couso contaminaba la opinión de los parias de la Tierra, el barítono David Marjaliza se desmelena ante el juez Velasco resumiendo que la corrupción urbanística es un asunto entre catetos taimados y políticos bribones, una convergencia y unión de intereses que queda al alcance de cualquiera que goce de la habilidad necesaria para poder contar con los dedos de mil en mil hasta tres mil; que ese era el precio de un apartamento de lujo en Marbella o el corpus delicti.
Mientras Marjaliza desvelaba que no existe ningún complicado algoritmo para amasar dinero, y confesaba la fórmula de su fortuna en la aplicación de la sabiduría popular “para recoger hay que sembrar”, el independentismo catalán blanqueaba y rendía pleitesía a la figura del criminal abertzale Arnaldo Otegi, que estuvo impartiendo doctrina para un aforo a reventar de idiotas en un centro cultural del barrio popular de Sant Andreu, precisamente allí donde ETA realizó su mayor masacre dejando 21 muertos. En ese ínterin Carles Puigdemont, la prótesis ortopédica implantada de urgencia a una independencia con artrosis degenerativa, justificaba el lindo espectáculo de la visita del nuevo Mandela afirmando que se puede hablar con todo el mundo en ausencia de violencia. Supongo que lo diría sin ayuda de ningún brebaje buscando consuelo para su dignidad perdida.
Y en lo que Otegi se daba un baño de babas, en una misa (supongo que de corpore insepulto del pensamiento) celebrada en el Instituto Juan Pablo II de Valencia, el cardenal Cañizares, en una reflexión filosófica tan llana que parecía un canto ambrosiano, llamaba a no ignorar el maravilloso bien de la familia fundada sobre el matrimonio cristiano y resolvía de un plumazo el origen de las dificultades que el sistema familiar observa para sobrevivir en la nueva sociedad occidental: “España ha asistido a una importante escalada contra la familia por parte de dirigentes políticos, ayudados por otros poderes como el imperio gay y ciertas ideologías feministas” ¡Pimpampum! ¡Fuego! La verdad que con estos pastores que hablan a su grey como si cavilar fuera pecado no hay razón para admirarse de que cada vez queden menos ovejas que miren por la abundancia de la Iglesia y marquen la x de déjate esquilar.
Y sin necesidad de abandonar Valencia, la asociación de consumidores Facua ha trasladado a la Fiscalía un anuncio de una empresa de alquiler de autos por entender que algo que no es sino una broma –una belleza femenina merecedora de culto besa a un desastrado gordo que ha alquilado un deportivo- es algo denigrante y vejatorio para las mujeres. Lo que no entiende Facua es que para quien realmente puede resultar vejatorio el anuncio es para los gordos, a los que retratan como unos infelices repugnantes que entregan como si su destino fuera el de perder la cabeza por la primera que les dice ole.
Antonio de La Española