Más allá de servirnos como útiles canales de comunicación, las redes sociales como Facebook y las aplicaciones de mensajería instantánea como Whatsapp o Snapchap se han convertido en un aliado muy poderoso para los acosadores. Esta cuestión es especialmente preocupante, y dramática, cuando hablamos de adolescencia o niñez. Y no solamente por los episodios de ansiedad o trastornos del sueño que pueda producirles a los jóvenes el hecho de recibir mensajes con insultos o amenazas, o de ver publicada una foto comprometedora. El dato verdaderamente preocupante es que la tendencia a tener pensamientos suicidas debido a sufrir ciberacoso ha aumentado en los últimos años y cada vez afecta a niños de menor edad.
Este descenso en la edad a la que los niños pueden sufrir el estrés crónico con fases de reagudización que puede desembocar en conductas suicidas guarda estrecha relación con el hecho de que los padres consientan que sus hijos accedan a la tecnología despreciando la necesidad de inculcarles una sólida base educativa. Y es que, aunque resulte inverosímil, el 30% de los niños españoles de 10 años ya tiene un teléfono móvil. El porcentaje se dispara al 70% en los niños de 12 años.
Madurez para acceder a redes sociales, ¿cuestión de edad?
“El problema está en que ni los padres ni el conjunto de los sistemas tienen claros los límites ni la potencia que tiene el instrumento y, creyendo que se le está haciendo un bien al niño dejándole navegar libremente por Internet o haciendo uso de su propio teléfono móvil, lo que se le está haciendo es mucho mal”, afirma José Luis Pedreira Massa, médico especialista en Psiquiatría del Hospital La Luz de Madrid. En una entrevista en OndaSaludable, el doctor Pedreira subraya que la madurez para utilizar redes sociales o aplicaciones de mensajería instantánea no es cuestión de edad: “Es cuestión de nivel de desarrollo y capacidad formativa”.
De esta misma opinión se muestra el doctor Carlos González Navajas, coordinador del departamento de Psiquiatría del Hospital La Luz de Madrid. A raíz de estas palabras, insiste en que la responsabilidad es paterno-filial: “Si el uso de Internet, desde que el niño empieza a interactuar, está supervisado, acompañado y compartido por adultos, habrá unos límites que serán respetados. Evidentemente, el adolescente intentará romperlos o sobrepasarlos de alguna manera, pero si hay una interiorización de una serie de peligros y límites trasladados de forma sólida y coherente, puede ayudar mucho a que utilice las herramientas de forma responsable”.
Educación de las vías digitales, la asignatura donde los padres suspenden
Enseñarle al niño o al adolescente a utilizarla las herramientas digitales es exactamente igual de importante que enseñarle a escribir, a leer o a cruzar la calle. Así lo considera el doctor Pedreira. El psiquiatra hace hincapié en que antes permitir al menor tener contacto con redes sociales o páginas webs, es fundamental “enseñarle la educación de las vías digitales”. No se refiere a ayudarles a hacerse una cuenta o a descubrirles el abanico de plataformas que existen.
Sus consejos van mucho más allá: “Una de las cosas que los expertos repiten sistemáticamente es que no debemos permitir tengan apertura a la red antes de los 14 años. En segundo lugar, debemos procurar que interioricen los riesgos de contestar a desconocidos o de aceptar amistades a desconocidos”. Sucumbir al efecto de los “likes” también puede ser muy peligroso: “Debemos advertirles que no deben dejarse subordinar por la seducción que suponen los likes”. El psiquiatra insiste en, además de los filtros, los padres tienen que tener acceso a las contraseñas de las cuentas de sus hijos para evitar situaciones de riesgo.
“Los colegios educan, pero si los padres no toman un papel activo en casa, es difícil que se salve esa brecha de valores”, informa el doctor González Navajas. El experto considera que “si desde que el niño tiene una tierna edad, en la que supuestamente hace un uso mecánico e inocente de la tablet, no estamos educándole, cuando cumple 12 años entiende que el uso de Internet es personal y propio. Y los padres ni existen ni han existido jamás”. Sin embargo, “si el niño crece teniendo un ocio interpersonal y un ocio no cibernético, y un uso cibernético en el que la familia hace uso de esas tecnologías de forma comunicativa, el niño interiorizará como algo natural que su padre le pida el teléfono para ver lo que escribe en Whastapp con su grupo de amigos”.
Ciberacoso y su relación con el mal uso de la tecnología
El mal uso de las tecnologías es uno de los factores que los expertos señalan como culpables de que se fomenten nuevas conductas de ciberacoso entre adolescentes. El doctor Pedreira define que el ciberacoso tiene las mismas características que el acoso presencial: “Significa que durante un tiempo prolongado persistan situaciones de desvalorización, aislamiento, amenazas… Pero la diferencia es la inmediatez, la generalización, el anonimato, la presión a cualquier momento del día. Tiene una acción mucho más directa y más potente”. El doctor González Navajas añade que “ser excluido de un grupo de Whatsapp donde están todos los amigos es una forma de rechazo y, a la vez, acoso. Se produce de una manera puntual, pero es una forma de hacer sentir mal a una persona”.
Con respecto a los daños psíquicos que el ciberacoso puede ocasionar en los jóvenes, los doctores urgen a buscar ayuda de profesionales sanitarios “cuando notemos que el niño tiene unos síntomas ansiosos”. Los médicos plantearán una psicoterapia que le permitirá al menor recuperar la autoestima y el respeto, para que se vuelva a querer y establecer las pautas. “De nada sirve cambiarse de colegio: se reeditan los mismos patrones de conducta. Se convierte en un acosado crónico”, advierte el doctor González Navajas.
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