“Quieren que seamos máquinas de hacer dinero. No les importa el cliente ni su problema. Solo les importa cruzar ventas para que salgan por la puerta con el mayor número de productos posible, los necesiten o no”. Con esta sobrecogedora frase resumía una farmacéutica con más de 40 años ejerciendo esta profesión los irreparables daños físicos y, sobre todo, psicológicos que lleva sufriendo desde que, hace unos años, el Grupo Trébol se cruzara en su camino. Pero ella no es la única persona que se ha atrevido a denunciar las ilícitas y deshonestas actividades que los empleados del Grupo Trébol están obligados a llevar a cabo para tener contentos a sus propietarios: José Luis Granda San Miguel, su mujer Esther Murias y su primo Fernando Vélez.
Los farmacéuticos lo llevan denunciado desde allá por el año 2012 ante el Colegio de Médicos de Madrid ante el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, el máximo órgano de representación de estos profesionales, e incluso ante el Ministerio de Sanidad, Asuntos Sociales e Igualdad y los Tribunales. Pero tanto unos como otros han esquivando el tema sin dudarlo. De hecho, Alberto García Romero, por aquel entonces presidente del Colegio de Farmacéuticos de Madrid (COFM) se limitó a abrir un expediente informativo reservado, es decir, nada.
Ante este desinterés, cabe preguntarse: ¿por qué permiten que Grupo Trébol campe a sus anchas, al margen de la legislación y de la ética, en un sector en el que cualquier actividad o práctica que se descuelgue del código que regula los servicios de las Oficinas de Farmacias es duramente castigada? ¿A qué se debe esta postura protectora y este trato de favor hacia Trébol?
¿Qué presuntas ilegalidades comete el Grupo Trébol utilizando a sus empleados?
Un equipo de periodistas de prnoticias ha tenido la ocasión de conversar con varios farmacéuticos que recientemente trabajan o han trabajado en los últimos tres años para el grupo Trébol. Sus testimonios coinciden en que no les permiten dar consejo farmacéutico, de que en algunos casos no les pagan los seguros sociales, de que no les importa dejar a las oficinas de farmacia sin farmacéutico adjunto durante varias horas, de que les obligan a priorizar determinados productos para que la coordinadora cobre sus correspondientes incentivos, y de que están sometidos a la inquisitiva evaluación de un “mistery shopper” que comprueba que todo funciona según las órdenes de la cúpula directiva.
Apertura de farmacias utilizando titulares fiduciarias para montar una cadena de farmacias. “No dudé en denunciar en nuestro querido Colegio, del que Alberto era presidente, que el Grupo Trebol estaba utilizando titulares fiduciarias para montar una cadena de farmacias”, comenta una trabajadora. La misma asegura que “es ilegal que una sociedad compre farmacias utilizando titulares fiduciarios”. De hecho, en España, el titular de la oficina de farmacia ha de ser obligatoriamente un farmacéutico, solo o asociado con otros farmacéuticos, y cada farmacéutico sólo puede ser propietario de una oficina de farmacia. Se trata de un mecanismo que garantiza la independencia en las actuaciones de los farmacéuticos.
Exclusión del farmacéutico titular de las farmacias. Según la ley española, en los casos de fallecimiento, incapacidad permanente no parcial, incapacitación judicial o declaración judicial de ausencia del farmacéutico titular, la Consejería de Sanidad y Servicios Sociales podrá autorizar, por un tiempo limitado, el nombramiento de un farmacéutico regente, quien asumirá las mismas funciones, responsabilidades e incompatibilidades profesionales que las señaladas para el titular. Sin embargo, en el Grupo Trébol solo operan farmacéuticos adjuntos. En algunos casaos, como en la Farmacia Trébol de la calle Orense de Madrid, la farmacéutica titular tiene su domicilio en A Coruña. En su nombre, opera una “coordinadora”, una figura que no existe en el convenio colectivo y que Grupo Trébol se ha inventado para suplir a los responsables. Esta coordinadora, exclusivamente ella, es quien recibe las instrucciones de la cúpula directiva sobre gestión del personal, negociaciones con laboratorios, gestión económica, etc.
Farmacias bajo la responsabilidad de estudiantes. Según la de ordenación farmacéutica, la presencia y actuación profesional del farmacéutico (titular, cotitular, sustituto, regente o adjunto) en la oficina de farmacia es requisito inexcusable para llevar a cabo, entre otras funciones, la de adquisición, conservación y custodia de medicamentos y dispensación de los mismos. Sin embargo, cualquiera puede visitar una farmacia Trébol de 15:00 a 16:00 horas para comprobar que las personas encargadas de dispensar son estudiantes, es decir, personas que se encuentran desarrollando prácticas tuteladas. “Los farmacéuticos adjuntos tenemos una hora de comida o cambio de turno, pero los auxiliares hacen doce horas seguidas, lo que significa que hay una hora en la que la farmacia queda en manos de estudiantes”, confirman varios farmacéuticos.
Prohibición del consejo farmacéutico. Según las encuestas, una de cada tres personas pasa cada día por una oficina de farmacia sin adquirir ningún producto, pero sí recibe consejos sanitarios (dosificación del tratamiento, interacciones de fármacos, dieta más saludable…). No cabe duda de que tales consejos generan un importantísimo ahorro de costes. Sin embargo, las reglas son distintas si trabajas en el Grupo Trébol. El consejo farmacéutico no solo está prohibido, sino que instruyen a sus trabajadores para que vendan productos que saben que no son adecuados para un determinado ciudadano. ¿El motivo? Las farmacias tienen una lista de una veintena de productos prioritarios y deben darles salida para alcanzar objetivos. “Se llega a vender jarabe para la tos con mocos a pacientes que tienen tos seca porque cuando superas los 4.000 euros de venta y has conseguido vender la mitad de las líneas prioritarias, te dan una tarjeta de El Corte Inglés”, comentan.
Autorización para dispensar medicamentos al por mayor. Sin necesidad de llevar la receta médica, en las farmacias de Grupo Trébol se pueden comprar cuantas cajas considere el cliente de medicamentos como ibuprofeno, omeprazol, antidiabéticos como metformina 850 mg, atorvastatina 10 mg para el colesterol, o Eutirox 125 microgramos para las disfunciones de la glándula tiroides. Más reparos muestran con los tratamientos para la caída del cabello o la disfunción eréctil, pero igualmente terminan dispensándolos. El equipo de prnoticias se personó en diferentes farmacias Trébol para adquirir los diferentes productos y todos fueron vendidos sin haber entregado receta alguna.
Pagos en B. “Por motivos personales de algunos trabajadores, en algunas ocasiones ocurre que en una farmacia de las que tiene repartidas Trébol por Madrid y Castilla-La Mancha, quedan con escasez de personal. En esos casos, se publica la oferta de la suplencia vía Internet y, el que quiera, puede desplazarse hacia dicha farmacia para hacer unas horas extras. Para estos casos, hay veces que los dueños de Trébol levantan contrato, pero otras veces no y pagan el plus de horas en negro”, describe otro trabajador.
Presunto fraude a la Fundación Tripartita. El Grupo Trébol se esfuerza por conseguir que las personas que trabajan bajo su marca actualicen sus competencias y conocimientos a través de cursos periódicos de formación y capacitación. En concreto, dedican tres horas mensuales a la formación y lo hacen a través de la Fundación Tripartita, es decir, utilizando el saldo que acumula la empresa a su favor para la formación de su personal y que más tarde se descuenta de la Seguridad Social. Sin embargo, los trabajadores aseguran que estos cursos son patrocinados por laboratorios farmacéuticos.
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