Cuando hablamos de sexo, hablamos de muchas cosas y de ninguna a la vez. No sé si has caído de que la palabra sexo es como un cajón desastre, que utilizamos de manera indistinta para referirnos a muchas cosas a la vez. Es por ello que considero que existe mucha confusión ante este tema. Imagina que vas a hacer un papel de empadronamiento, tienes que rellenar un formulario. En una de las casillas a marcar aparece: Sexo.
Ahí solemos marcar con una “X” hombre o mujer. Imagina también que vas al médico, y te pregunta ante una revisión si has encontrado alguna anomalía o alguna erupción en tu sexo. Inmediatamente piensas en tus genitales. Imagina de nuevo otra situación: sales de fiesta con unos amigos, y en un momento dónde la conversación se torna graciosilla y en confianza uno de tus amigos te pregunta ¿cómo te va el sexo con este nuevo ligue? La mayoría de nosotros pensaríamos que nos está preguntando sobre cómo me van las relaciones sexuales con esa persona.
Entonces, si hacemos solo referencia a estos tres ejemplos de los de cientos que podríamos usar, vemos que sexo hace referencia a lo que somos: hombre o mujer, sexo también puede ser lo que tenemos que también podemos llamar genitales, y sexo es lo que hacemos con una persona y con uno mismo, muchas de las cosas que nos puedan saltar a la cabeza tienen que ver con diferentes prácticas eróticas, besos, caricias, sexo oral, penetración, masturbación y un largo etcétera.
Esta realidad del cajón desastre de la palabra sexo, nos lleva en muchas ocasiones a tener confusiones en torno a lo que ella incluye. Confundimos casi sin ser conscientes lo que somos, con lo que hacemos y con lo que nos gusta o nos atrae.
Es nuestra intención que tengas una sensación más clara y liberadora de lo que eres, de lo que te gusta y de lo que haces. A su vez, que le puedas dar una vuelta más de rosca, y que pienses, si estás en un estado de coherencia, donde todo eso está unido por una línea que fluye con naturalidad. Cuando no estamos en línea con lo que somos, con lo que pensamos, con lo que sentimos y con lo que hacemos, el precio a pagar es el sufrimiento y el malestar. Un malestar que no es más que un mensajero, y que nos informa que tenemos que dar coherencia a nuestra existencia, para poder vivir y crear tu vida de acuerdo con lo que eres en lo más hondo de ti.
Pero, ¿Cómo conectamos amor y sexo? ¿Dónde está la frontera o la diferencia? ¿Se puede tener amor sin sexo o sexo sin amor? ¿Se puede amar a diferentes personas, o incluso, tener sexo con diferentes personas? Es un tema de ética, pero también de creencias y de libertad de conciencia y de lo que produce en ti, de lo que te aporte o te limite. Hoy hablaremos de este tema. Bienvenid@s.
Seguiremos informando…