La salud es una de las esferas de la vida cotidiana en la que los sistemas de Inteligencia Artificial han demostrado mayores oportunidades, sobre todo, cuando al profesional sanitario se le plantea la necesidad de involucrarse en situaciones donde se requiere un gran acervo de conocimientos médicos, el veloz procesamiento de los datos y la toma efectiva de decisiones. Tal es su potencial que sus aplicaciones de cara a un futuro se prevén inmensas, sobre todo en el ámbito de la oncología y de la biomedicina. Sin embargo, no debemos olvidar que estas máquinas con atributos humanos plantearán muchos desafíos y preguntas cuyas respuestas hoy en día no tenemos tan claras.
“Creemos que las aplicaciones de la Inteligencia Artificial se convertirá en una herramienta más común y útil en el año 2030 y que mejorará nuestra economía y calidad de vida; sin embargo, esta tecnología también creará desafíos profundos, afectando a empleos, ingresos y a otras cuestiones que hay que empezar a abordar ahora para asegurar que los beneficios de la IA se compartan ampliamente”, comenta Peter Stone, científico informático de la Universidad de Texas en Austin.
Stone es también el presidente del grupo de 17 académicos que ha realizado el informe “Inteligencia Artificial y Vida en 2030”. Esta investigación, resultante de un ejercicio de introspección científica que ha durado un año, analiza los posibles efectos de los sistemas de Inteligencia Artificial en áreas tan diversas de la vida urbana como el transporte, la salud y la educación. En concreto, el informe investiga ocho esferas de la actividad humana en la que las tecnologías de Inteligencia Artificial están empezando a penetrar afectando el desarrollo de la vida urbana.
Tres apartados tratan los impactos tecnológicos de la Inteligencia Artificial, como las tendencias de empleo, los otros cinco están enfocados a examinar ámbitos de aplicación de la IA, como el transporte, donde ya existen rumores sobre el lanzamiento de coches de auto-conducción. En el capítulo sobre el cuidado de la salud se advierte que los actuales dispositivos utilizados para controlar la salud personal y la cirugía asistida por robot son solo indicios de lo que vendrá si la AI consigue desarrollarse adecuadamente, es decir, habiéndose ganado la confianza de médicos, enfermeras, pacientes y gestores sanitarios.
“Hasta ahora, la mayor parte de lo que se conoce acerca de la IA proviene de libros y películas de ciencia-ficción”, comenta Stone. “Este estudio proporciona una base realista para discutir cómo las tecnologías de IA puedan afectar a la sociedad”. Su objetivo es estimular la discusión sobre el modo de garantizar un desarrollo seguro, justo y beneficioso de estas tecnologías que tan rápidamente han emergido. “No es demasiado pronto para generar debate social sobre cómo se deben compartir los frutos de una economía dominada por la inteligencia artificial”, escriben los investigadores en el informe, señalando también la necesidad de que haya una participación pública.
El primer informe de un proyecto que analizará los sistemas de Inteligencia Ariticial durante 100 años
El informe “Inteligencia Artificial y Vida en 2030” tiene sus raíces en un estudio de 2009 que llevó a varios científicos y expertos en Inteligencia Artificial a someterse a un proceso de introspección que se formalizó en 2014 cuando Eric y Mary Horvitz crearon el proyecto Cien Años en Inteligencia Artificial (AI100), liderado por Standford. El objetivo de esta iniciativa es fomentar la deliberación de la sociedad y proporcionar orientación sobre el desarrollo ético de software inteligente, sensores y máquinas. “Este proceso será un maratón, no una carrera corta, pero con este informe hemos comenzado bien”, indica Russ Altman, profesor de bioingeniería de la Universidad de Stanford y miembro del proyecto.
AI100 está compuesto por un comité permanente de científicos que periódicamente lanza informes sobre diferentes aspectos de la IA. Este comité se reunió por primera vez en 2015, dirigido por Barbara Grosz, científica de computación de la Universidad de Harvard. La idea era convocar a un grupo de científicos de diversos orígenes profesionales y personales y gran experiencia en el ámbito de la tecnología para, desde una visión multidisciplinar, determinar las implicaciones tecnológicas, económicas y políticas de las posibles aplicaciones de IA en un entorno socialmente relevante.
“Con este informe se inician una series de conversaciones que durarán un siglo sobre las mejoras de las sistemas de Inteligencia Artificial que puedan tener incidencia en la vida y en la sociedad”, indica Barbara Grosz. Y concluye: “Al ser transparentes sobre los retos de diseño e implementación de la Inteligencia Artificial vamos a conseguir la confianza de la sociedad y evitar miedos y sospechas injustificadas”.
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