Donald Trump ha sido elegido Presidente de los Estados Unidos. Un resultado que ha sorprendido a todo el mundo y que ha generado una oleada de indignación, rechazo y estupefacción en la prensa española. Pocas veces los medios de izquierdas y de derechas se han puesto de acuerdo en algún tema, como en este caso en las críticas a Donald Trump, un personaje que ha hecho gala de machismo, xenofobia y proteccionismo durante su campaña electoral.
Evidentemente no es un candidato políticamente correcto ni el presidente que muchos querríamos. De hecho, en este medio y en Europa prácticamente nadie –excepto Putin- le ha apoyado. No obstante, eso no justifica la superioridad intelectual que han demostrado los medios de Comunicación europeos y los españoles. Desde que hace casi dos años que Trump se lanzó al ruedo, los medios españoles y europeos se han lanzado en picado contra el candidato y no han dudado en invocar las penas del infierno ante su posible triunfo.
Y Trump finalmente ha ganado. Y la cara de algunos enviados especiales españoles era un poema durante la noche electoral. Ana Pastor y Helena Resano mostraban su evidente rechazo y descontento en un ejercicio de “objetividad” sin precedentes. Y luego los influencers de Twitter se han llevado durante las últimas 24 horas las manos a la cabeza por los resultados aplaudiendo las protestas contra el ganador en ciertas ciudades de Estados Unidos.
La pregunta que nos hacemos es entonces ¿A Trump le interesa lo que piensen los medios españoles sobre su triunfo? Pues probablemente no. De hecho, le importa realmente poco lo que piensen los medios en general, incluyendo a los de su país, a los que ha acusado en varias ocasiones de realizar una campaña en su contra.
Y es esto lo que quizás como periodistas nos debería preocupar de verdad: el desprecio de Trump por los medios de Comunicación, por la prensa y los periodistas. Los medios en su afán por creerse líderes de opinión y generadores de tendencia han errado el foco. Para los medios Trump es un problema, pero no por las razones que han argumentado desde diferentes púlpitos los periodistas. Pocos han defendido la libertad de expresión y este es el verdadero problema.
