NUEVA YORK.- Si en Internet estamos tan acostumbrados a ver banners que no consiguen despertar nuestro interés; en ciudades como Nueva York o Los Ángeles ocurre lo mismo con la publicidad exterior tradicional. Hay tantos estímulos publicitarios: vallas, pantallas, anuncios en taxis, carteles, marquesinas, hombres-anuncio etc. que las marcas están teniendo que buscar alternativas para llamar la atención de sus ciudadanos y de los miles de turistas que las visitan la ciudad cada día.
La única manera de despertar el interés en un ambiente saturado de estímulos es tratando de hacer algo diferente. En esta línea, el marketing de experiencias se ha convertido en una de las mejores opciones, ya que no solo llama la atención de los usuarios, si no que consigue que lo recuerden y que lo compartan, haciendo que se viralice de una forma espontánea. The Bait Shoppe es una agencia especializada en ese tipo de acciones. Entre sus éxitos destaca la campaña que desarrollaron para Old Navy. Los usuarios podían subir un selfie que se representaba con 1.000 globos en una pantalla en Times Square. Esta acción les valió no solamente para ganar el Ex Award al Mejor Uso de Social Media en una campaña, sino que lograronfidelizar a los clientes de la marca y conseguir nuevos seguidores.
El marketing de experiencias también es uno de los puntos fuertes de la agencia creativa Jugular. Con sus campañas consiguen sorprender y los resultados además les dan la razón. Uno de sus mayores éxitos fue su campaña para el website de citas.: FindYourFacemate.com. Instalaron muérdagos gigantes en una conocida plaza y donaron un dólar a una asociación benéfica por cada beso que se dio bajo ellos. Con esta acción el anunciante consiguió apariciones en medios gratuitas que le hubieran costado 90.000 dólares, 421 millones de impresiones online y un 542% más de tráfico en su website.
La agencia Relevant sorprendió creando una máquina teletransportadora para la cadena hotelera Marriott, que utilizaba la realidad virtual. Instalaron la máquina de teletransporte en la puerta del Ayuntamiento de Nueva York para que los recién casados pudieran empezar su luna de miel en ese mismo momento viajando sin moverse de allí a algunos de los destinos con más demanda.
Cuando se une música y publicidad normalmente se suele crear una combinación de éxito. Basándose en ello existen empresas que se dedican a crear experiencias para anunciantes basadas en flash mobs. Un flash mob es una acción organizada en la que un gran grupo de personas se reúne de repente en un lugar público, realiza algo inusual y luego se dispersa rápidamente. Es el caso de Flash Mob America o Book a Flash Mob. Esta última ya ha trabajado con marcas como IBM, Unilever, Clarins, Campbell’s o SearsStyle, para la que realizaron un flash mob en Central Park.
Esta modalidad también fue utilizada hace menos de un mes incluso en la campaña electoral de Hillary Clinton con una colorida acción que sorprendió a todos en Union Square.
Nuevas maneras de llamar la atención
John Vela, un emprendedor español, cree haber encontrado la fórmula del éxito publicitario con con su empresa Captacar. Su producto es muy sencillo, tienen cuatro Lamborghinis que recorren a diario las calles de Nueva York con unas pantallas sobre su techo. Las marcas pagan porque sus anuncios se visualicen en esas pantallas con un modelo de precios basado en tiempo, es decir, pagan por días, semanas o incluso por horas.
“Lo que creamos con Captacar fue una experiencia para el cliente. Nosotros en vez de impresiones, creamos atención. El coche pasa y la gente se queda mirándolo, no por un segundo, si no hasta que el coche pasa. Cada coche puede tener un millón de impresiones al día en Nueva York, que es una barbaridad. No hay pantalla ni billboard que pueda hacerlo. Captacar cuenta además con cámaras dentro del coche para mirar las impresiones de las personas y manejamos esa data para ofrecer un mejor producto a los clientes.”, afirma John.
Para él su diferenciación está en la experiencia que ofrece a los usuarios: “siempre me he fijado en los taxis en NYC o incluso los billboard en Times Square, que en el fondo nadie aprecia. Todos los millones de dólares que las compañías gastan en esas pantalla, y que en el fondo nadie mira, nadie presta atención. Puede tener la impresión de que la gente mira medio segundo, una fracción de segundo, pero no se impresiona, no le hace feliz, no le saca una sonrisa, no lo recuerda”.
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