En la Tierra a miércoles, diciembre 25, 2024

Un estudio abre la puerta a reducir el número de visitas e inyecciones a los pacientes con degeneración macular húmeda

Las conclusiones del estudio INEYE, presentado hoy en el XXI Congreso de la Sociedad Española de Retina y Vítreo abren la puerta a un replanteamiento del tratamiento de una de las principales enfermedades de la retina, la Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE), en su forma húmeda, la más grave y de más rápida evolución. En el estudio, desarrollado por la SERV, han participado un total de 30 centros españoles y más de 300 pacientes a los que se suministraba ranibizumab, uno de los medicamentos de referencia, junto con aflibercept, en el tratamiento de esta patología.

Ranibizumab es un anticuerpo monoclonal que se inyecta de forma directa en el cuerpo vítreo (sustancia gelatinosa que ocupa la mayor parte del interior del ojo) y funciona al detener el crecimiento de vasos sanguíneos anormales y fugas en el/los ojo/s que pueden causar pérdida de la visión. Por lo general, se administra una vez al mes y es un tratamiento que puede prolongarse años, lo que implica una importante sobrecarga asistencial y de recursos socio-sanitarios para los Servicios de Oftalmología. El objetivo del estudio INEYE era precisamente comparar tres pautas de tratamiento y comprobar si es posible mantener su eficacia con menos visitas e inyecciones.

Según explica el doctor Alfredo García Layana, secretario de la SERV y especialista en Oftalmología en la Clínica Universidad de Navarra, todos los pacientes participantes en el estudio partían de tres inyecciones, y a partir de ahí se abrían tres posibilidades: a un grupo se le trató solo cuando el paciente tenía signos de actividad, para lo que fue necesario verle todos los meses y decidir; al segundo grupo se le suministró una inyección cada vez que fue a consulta, “aunque en estos casos hay que tener en cuenta que si el paciente va estando estable cada vez acude con menos frecuencia”, aclara este experto. Y finalmente al tercer grupo se le suministraron inyecciones cada dos meses de manera fija. Las tres opciones conllevaban una reducción de la cantidad de inyecciones que se están pautando en la actualidad. 

Menos inyecciones sin perder eficacia

Los datos del estudio son concluyentes: los tres protocolos de tratamiento dieron buenos resultados, que además son similares entre sí, lo que, en palabras del secretario de la SERV, “permitirá planificar pautas de tratamiento con menos visitas e inyecciones manteniendo la eficacia”. Este estudio puede ser el punto de inflexión para muchos servicios, que en palabras del doctor García Layana estaban “en el límite” organizativo. “Además, será mucho más cómodo para el paciente, que no tendrá que desplazarse tantas veces a consulta y se evitará el sobretratamiento”.

La DMAE es una enfermedad degenerativa ocular que afecta al área central de la retina, llamada mácula, la cual es la responsable de la visión central y de la fijación y, por tanto, de actividades tan frecuentes como leer, ver la televisión o conducir. Existen dos tipos de DMAE: la seca o atrófica, la más frecuente (se da en un 80% de los casos), y la húmeda o exudativa, más grave y de evolución más rápida.

Se trata de uno de los trastornos oculares más frecuentes en las personas mayores. Así, según explica el doctor García Layana, se estima que casi un 40% de los mayores de 65 años (alrededor de tres millones y medio de españoles) tiene algún signo de envejecimiento en la retina; y un 3% de este grupo de población (más de 100.000 personas) tiene formas avanzadas de degeneración macular en cualquiera de sus formas.

Nuevas esperanzas en DMAE seca

Durante el Congreso también se han presentado datos alentadores para los pacientes con DMAE seca, hasta ahora sin posibilidad de tratamiento. Así, los expertos asistentes a este importante encuentro científico han analizado los resultados de un estudio en fase II con una nueva molécula, lampalizumab, que ha demostrado frenar la progresión de la enfermedad hasta en un 44% en pacientes que aún conservan la visión.

Los datos presentados confirman los resultados obtenidos en ensayos previos, en los que también se descubrió un marcador genético asociado que se obtiene por medio de un análisis de saliva o sangre y que permite prever qué pacientes tendrán mejor respuesta al medicamento, lo cual supone una ventaja añadida al fármaco.

El doctor García Layana explica que todos estos datos son muy prometedores y vienen a dar esperanza a pacientes que hasta ahora carecían de tratamiento, al tiempo que hace hincapié en que el nuevo medicamento no permite recuperar la visión perdida, sino que frena la progresión de la enfermedad, por lo que es importante aplicarlo en las fases iniciales de la misma.

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