Independientemente de cuál sea la religión que cada persona profese y de lo que nos guste o no ver en una televisión pública, el debate sobre si poner misa (católica) o no en TVE es un hecho que no deja de ser anecdótico. Probablemente existan en este país cien temas más importantes y todos ellos de gran interés y urgencia parlamentaria, antes de definir si ponemos misas en La 2 a las diez de la mañana de un domingo.
Estamos ante una nueva medida de Podemos que busca la repercusión mediática y el debate a cualquier precio. Es verdad que vivimos en un Estado aconfesional, pero también es cierto que TVE refleja en su parrilla los credos de todas sus religiones. No deja de ser tampoco destacable que el domingo pasado, y tras conocerse la petición de Podemos, la Santa Misa reventara el share de La 2 con un 21%, récord histórico absoluto.
Somos testigo, por tanto, ante una disputa estéril, pero que viene bien de cara a la galería y a las huestes de algunos partidos políticos. Un brindis al sol de un tema que realmente no está en el debate y que afecta a muchas menos personas de las que amplifica el altavoz de Twitter.