Ni audiencia ni relevancia. Ese es el diagnóstico de la situación en TVE y, en general, en la Corporación pública, donde RNE es prácticamente inexistente. Pero su área televisiva, que es donde se cuece lo importante de verdad, es la que está acaparando toda la atención. Porque la crisis ha generado distintos movimientos que prueba que el nerviosismo empieza a apoderarse de sus directivos.
Y no se trata ya tan sólo de la dimisión de los mandos en Informativos. La situación llega a lo más alto, al propio presidente, José Manuel Pérez Tornero, que cada vez queda más en evidencia con sus movimientos, alguno de ellos sin ton ni son y atribuidos a un único objetivo: prolongar su estancia en el despacho de la Presidencia. Las maniobras de Pérez Tornero, consideradas un simple parche para salvar -a corto plazo- su situación, no acaban de dar los réditos suficientes para frenar la sangría de TVE.
Otra figura sobre la que están pendientes muchas miradas, la del director de Contenidos Generales, José Pablo López, tampoco está en su mejor momento, a pesar de lo que intenta ‘vender’. La apuesta por Mapi, a un coste de más de cuatro millones de euros (sin IVA) -según han publicado diversos medios-, tampoco ha cuajado, aunque desde TVE hayan decretado un “éxito” absoluto que nadie se cree. Los datos de audiencia son contundentes al respecto y en la propia Corporación se muestran directos: “Los tuits no son espectadores”. Y eso por más que López roce el ‘spam’ con la promoción de Mapi, mientras no faltan quienes creen que el exdirector general de Telemadrid no le haría ascos a un posible relevo de Pérez Tornero. Pero, por dios, que no sea él, que ya demostró su sectarismo en Telemadrid. Donde apoyó a Ciudadanos para generar crisis en el gobierno de Madrid, y Ayuso acabó poniéndolo en la calle.
Por el momento, es una simple especulación en la Corporación, una de esas culebrillas de verano comentadas en la máquina de turno. Pero también todo un síntoma de cómo están las cosas tanto en RTVE como para su presidente, que cuenta con críticos muy poderosos acostumbrados a susurrar en los oídos del Poder (socialista).
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