“La política de comunicación de Moncloa es muy sectaria”. Así se expresa Juan Luis Cebrián, primer director de El País y máximo directivo de Prisa tras el fallecimiento de Jesús Polanco, que ha roto su silencio en el digital The Objective. La puntada de Cebrián, el mítico ‘Janli’, lleva suficiente hilo como para ensartar con la aguja a varios personajes que revolotean dentro y fuera del Ejecutivo de Pedro Sánchez.
Y es que Cebrián no sólo ha cargado contra la política de comunicación gubernamental, sino también contra las maniobras de dicho entorno en RTVE, asegurando que “se han cargado los Estatutos de la RadioTelevisión Española para poner a quien quiere el Gobierno”. Unas actuaciones que, según Cebrián, son un ejemplo de “peronismo de baja intensidad”.
Aunque el exdirectivo de Prisa lleva una vida tranquila y en cierta medida, retirada, en todo el sector de los medios de comunicación sus palabras han sido interpretadas como una enmienda a la totalidad de la política de comunicación del Gobierno. ¿Y quién muñe ésta? El ahora ‘hombre fuerte’ de Prisa y asesor de Pedro Sánchez, Miguel Barroso, alias ‘Cubanino’.
Dos y dos suman cuatro, se asegura en el sector. Cebrián ha lanzado un torpedo claro a quien maneja estos asuntos, ni más ni menos que Barroso, con quien ya tuvo un destacado enfrentamiento a raíz de las concesiones de Cuatro y La Sexta, cuando las dos concepciones del ala mediática progresista y cercana al PSOE (Prisa y los fundadores de La Sexta) se enfrentaron por sus áreas de influencia.
En aquella guerra, Barroso -secretario de Estado de Comunicación- fue señalado por la Prisa de Cebrián como el muñidor de la operación para la puesta en marcha de su competencia por la influencia en el PSOE y en el Gobierno de Zapatero.
Curiosamente, años después Barroso consiguió auparse a lo más alto en Prisa y mantiene varios alfiles de su yeguada en La Moncloa en áreas críticas (la portavocía con Isabel Rodríguez, la jefatura de gabinete de Presidencia con Óscar López, Francesc Vallés en la Secretaría de Estado de Comunicación…).
También se le atribuye papel protagonista en las maniobras para precipitar la salida de José Manuel Pérez Tornero como presidente de RTVE, amparando a su amigo, empleado y asesor audiovisual del Gobierno José Manuel Contreras, uno de los más destacados adversarios de aquél.
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