A pesar de lo que nos han hecho creer hasta el momento, la alimentación sana no tiene por qué ser sinónimo de atiborrarse de productos ‘sin azúcar’. Todo lo contrario, una dieta equilibrada debe contener todo tipo de alimentos en su justa medida teniendo en cuenta nuestro nivel de actividad física. Es decir, que las kilocalorías que ingerimos no sean excesiva y sistemáticamente superiores a las que quemamos en el día a día. Además, teniendo en cuenta que los productos ‘sin azúcar’ pueden albergar más de una trampa nutricional.
A nivel teórico, el azúcar de mesa o azúcar blanco, es sacarosa. Un carbohidrato como también lo son la lactosa o la fructosa. Pero sus propiedades van más allá de endulzar un producto. es un agente de volumen que da textura a los productos de bollería y confitería, interacciona con otros ingredientes retrasando, por ejemplo, la temperatura del cuajado, es un modificador de textura ya que se pueden cristalizar, es precursor del color y del sabor, es substrato de fermentación y es un conservante natural. Sustituirlo, por tanto, es todo un desafío para la industria de la alimentación porque, como bien afirma el Instituto de Estudios del Azúcar y la Remolacha (IEDAR), hasta ahora no se ha encontrado un “sustituto universal”.
Además, aunque el azúcar es uno de los productos más sometidos a debate en cuanto a sus peligros para la salud, la realidad es que es un alimento necesario para el buen funcionamiento de nuestro organismo dentro de las cantidades recomendadas por la OMS. Este producto es el combustible de diferentes órganos, como los músculos o el cerebro, proporciona energía rápida, ya que la sacarosa del azúcar se transforma en glucosa y fructosa, alivia el malestar y la ansiedad causado por la hipoglucemia, favorece la asimilación de las proteínas, contribuye al crecimiento de los tejidos y ayuda a conciliar el sueño. A lo que hay que sumar que el azúcar no es alérgeno.
Sin embargo, todos tenemos una idea de que los azúcares añadidos están relacionados negativamente con la salud. También los azúcares de los zumos y los smoothies (batidos). Sin embargo, nadie está dispuestos a renunciar al sabor dulce de refrescos, galletas, bollería, yogures o mermeladas. La industria lo sabe y emplea cada vez más, diferentes sustitutos conocidos como edulcorantes.
Por este motivo, los productos cuya etiqueta señala: “Sin azúcares añadidos” o “cero” son cada vez más reclamados por los ciudadanos. Ya que a pesar de no tener azúcar, siguen siendo dulces y, además, apenas aportan calorías. A primera vista, la solución perfecta. Por ello, el de los edulcorantes es un negocio en alza. Su consumo ha aumentado en los últimos años y su presencia en productos también.
Hay que tener en cuenta que a veces, para poder poner en el producto ‘sin azúcar’ lo que se han utilizado son sustancias grasas. Es decir, para saber que es más o menos perjudicial, lo primer y más conveniente sería comparar las calorías por 100 gramos en el etiquetado de un mismo producto en su versión con azúcar y sin azúcar para estar seguros de que su ingesta reportará menos calorías a nuestro organismo. Además, también hay que ser conscientes de que, como era de esperar, la cantidad de azúcar disminuye mucho en los productos con edulcorantes pero, a su vez, también lo hace la energía, aunque en proporción variable.
Asimismo, en muchas ocasiones parece que la sustitución de azúcar por edulcorantes va acompañada de una reformulación de algunos productos. Aunque debemos tener en cuenta que la mejora o un cierto cambio no convierte a estos productos en saludables. Las galletas 0% azúcares que se encuentran en los supermercados seguirán siendo no recomendables por su alta densidad calórica y contenido de grasa. Los yogures tampoco, precisamente por la presencia de esos edulcorantes.
La imagen por encima de la salud
Ahora bien, si los consumidores tienen una idea negativa de los edulcorantes, ¿por qué su uso sigue en aumento? Pues, en prime lugar, es porque la presencia de edulcorantes no se anuncia en letra grande, sino en pequeña, al lado de la denominación del producto (es obligatorio). De esta forma, pasan inadvertidos fácilmente.
Otra razón es que una parte importante de los productos con azúcares añadidos también llevan edulcorantes. Esto rompe los esquemas del consumidor, acostumbrado a la presencia de los unos o los otros, pero no de ambos a la vez. De hecho, las versiones originales con azúcar de muchos refrescos también llevan desde hace un tiempo edulcorantes. De esta manera, incluso el consumidor no tiene opción y abandona la lucha.
Y, existe una tercera razón. Los productos con edulcorantes se suelen anunciar como “sin azúcares añadidos”, “light” o “cero”. Estas leyendas, denominadas declaraciones nutricionales, funcionan muy bien porque hacen creer al consumidor que el producto es más saludable de lo que realmente es. De hecho, los productos con edulcorantes utilizan más declaraciones nutricionales y de salud que el resto.
En definitiva, los edulcorantes no son recomendables para proteger nuestra salud. Lo recomendable es que estos productos se consuman de manera puntual y moderada, y que no desplacen, en ningún momento, la ingesta de alimentos saludables como pueden ser las frutas, verduras, legumbres, granos enteros… La mejor opción para cuidar nuestra salud es acostumbrar nuestro paladar a alimentos con menor dulzor de manera progresiva o consumir azúcar en las proporciones recomendadas por un organismo como la OMS: el 5% de la ingesta calórica diaria (25 gramos) para una persona adulta con una masa corporal normal, aunque puede representar hasta un 10% de la toma calórica total.
Mayor riesgo de padecer diabetes
Por último, es muy importante el hecho de que, como ya han demostrado varios estudios, el uso de los edulcorantes no resulta inocuo y genera no solo alteraciones en los niveles de azúcar en sangre sino también cambios en la microbiota intestinal que puede acabar, como principal riesgo en una alteración de la respuesta glucémica y, si se mantiene en el tiempo, puede evolucionar a diabetes tipo 2.
Una respuesta glucémica alterada significa que el organismo no tiene capacidad suficiente para normalizar el nivel de azúcar, es decir, no segrega la cantidad de insulina necesaria para que sus niveles de glucosa no sobrepasen los 140 mg% a las dos horas.
En conclusión, el consumo de edulcorantes va ligado al riesgo de padecer diabetes y además, tampoco están recomendados en personas que ya padecen esta enfermedad, puesto que tienden a alterar todavía más el índice glucémico debido a su composición.
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