En España, el número de defunciones causadas por suicidio el pasado año alcanzó la cifra más alta que se ha registrado en la historia con 4.097 muertes, de hecho, el 50% de la población general experimenta a lo largo de su vida tendencias suicidas moderadas-severas. Pero si hablamos de acabar privándose de la vida, medicina y enfermería son las profesiones que presentan la tasa más alta de suicidio,
En concreto, en un comunicado lanzado a los medios, el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid (Icomem) ha indicado que “no existe un registro fiable de la distribución de las muertes por suicidio según la profesión y siempre se ha subestimado el impacto entre los profesionales médicos”.
Sin embargo, a Fundación Americana para la Prevención del Suicidio señala que los médicos mueren por suicidio más frecuentemente en comparación con otras personas de su misma edad y género, tanto de la población general como en otras profesiones. En este ámbito, as tasas de suicidio consumado son más altas entre psiquiatras, otorrinolaringólogos, cirujanos, anestesistas y dentistas.
En una realidad tan escondida como esta, cabe destacar que los profesionales de la salud se enfrentan al suicidio desde una doble vertiente. Por un lado, está el miedo al suicidio de uno de sus pacientes y el impacto que esto pueda tener en ellos. Y, por el otro, el que afecta a los propios facultativos.
Ahora bien, a esto hay que añadirle que, según los profesionales de la salud mental, los médicos buscan ayuda en menor medida. Y es que, debemos ser conscientes de que actualmente hay diferentes barreras para que los médicos pidan ayuda, entre los que destaca el temor a daños punitivos (como la retirada de la licencia para ejercer la medicina) o a pérdida de privilegios y su progreso profesional. Además, la cultura de la profesión no anima a los médicos a admitir sus vulnerabilidades ni a buscar la ayuda que necesitan, sobre todo en relación con sus problemas de salud mental.
Por qué los medios ocultan esta realidad
Cada año se producen más de 700.000 suicidios en todo el mundo y las consecuencias de esta realidad tienen un gran impacto social y emocional que se extiende a un número de personas mucho más elevado. De esta manera, resulta fundamental la actuación de todo el conjunto de la sociedad para crear esperanza y tomar medidas que favorezcan la prevención con el fin de evidenciar la existencia de alternativas contra el suicidio.
Sin embargo y a pesar de esta cruda realidad que se extiende, como hemos visto de forma preocupante, también entre los profesionales de la salud es casi imposible encontrar noticias sobre suicidios en la prensa, las televisiones o la radio. De hecho, las principales cabeceras periodísticas de España incluyen en sus libros de estilo las referencias a las informaciones sobre suicidios.
Pues bien, el principal motivo que existe para no incluir informaciones sobre suicidios en las páginas de sucesos es el efecto imitación, también conocido como ‘efecto Werther’. Este término acuñado por el sociólogo David Phillips en 1974 hace referencia a la novela de Goethe ‘Las penas del joven Werther’ donde el protagonista muere por suicidio. Pues bien, según se puedo comprobar, el número de suicidios en Estados Unidos se incrementaba durante el mes posterior a que el New York Times publicase en portada alguna información sobre suicidios.
Por tanto, dados los importantes factores de riesgo, además de la delicadeza que requiere la cobertura de los suicidios, solo se publican noticias relacionadas con el suicidio cuando el tratamiento de la información puede tener un efecto preventivo sobre la conducta suicida. La teoría del ‘Efecto Papageno’ indica que la exposición a informaciones sobre personas que han afrontado crisis de forma positiva y sin comportamientos suicidas ejerce un efecto protector.
Sin embargo, la realidad según los especialistas en salud mental es que uno de los primeros pasos para fomentar la prevención se basa en la reducción del estigma asociado a esta causa. Es necesario aumentar la sensibilización entre los individuos sobre su verdadera importancia y eliminar el tabú existente alrededor del suicidio para facilitar la búsqueda de ayuda a aquellas personas que están sufriendo.
La colaboración entre los distintos agentes profesionales y sectores involucrados también se sitúa como pieza clave a la hora de promover acciones preventivas que permitan disminuir las cifras de suicidio actuales. En base a ello, la OMS ha elaborado una guía para motivar a todos los países a establecer estrategias efectivas que implican a las diferentes partes interesadas para ser capaces de dar una respuesta integral frente a esta situación.
La Dra. Olmo, coordinadora del Grupo de Trabajo de Salud Mental de SEMERGEN subraya que “la actuación y la formación de todas las figuras implicadas debe ser general, no solamente por parte de los profesionales sanitarios sino también del cuerpo de bomberos, policías, profesionales de centros educativos y de servicios sociales, voluntarios comprometidos con la detección precoz, asociaciones relacionadas con el suicidio, funcionarios de prisiones, profesionales de la comunicación y las propias familias”.
Eso sí, para que esto sea efectivo también es necesario que los ciudadanos conozcan las señales de alarma y los factores que aumentan la amenaza de suicidio en una persona. Algunas de las circunstancias que pueden ser indicadores de riesgo se relacionan con problemas de salud mental como la ansiedad o la depresión, eventos recientes que generan malestar emocional, tales como un divorcio, un despido laboral o la pérdida de un ser querido, el consumo de drogas o la falta de apoyo social existente. Por ello, la Dra. Olmo señala que “es muy importante mostrar empatía y ofrecer la posibilidad de comunicarse a aquellas personas que están sufriendo una situación de este tipo porque les ayuda a disminuir la tensión interna que padecen”.
En definitiva, la labor conjunta tanto de todos los profesionales implicados como de la población general se convierte en el mejor activo para ayudar a favorecer la esperanza en las personas afectadas y demostra a su vez r que existen alternativas contra el suicidio, una causa de muerte cada vez más habitual entre la población y especialmente, entre los profesionales de la salud.
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