Todos sabemos que la psicología puede ayudar a las personas a mantener su salud mental. Sin embargo, esta especialidad también puede ayudar a las parejas.
María Gil Ramírez, codirectora de Psicoline y psicóloga general sanitaria especializada en Terapia Sistémica Familiar y de Parejas, explica que lo más cercano a la terapia de parejas nace en los años 30 en Estados Unidos, aunque se trataba, más bien de un “consejero matrimonial” que planteaba las sesiones por separado. “No fue hasta los años 80 cuando la terapia de pareja se consolida a nivel teórico y práctico y llega a ser lo que conocemos hoy en día”, concreta la especialista.
La realidad sobre las terapias de pareja
Cada vez se habla más de las terapias de pareja, “pero dar el paso es lo que más cuesta”. María Gil cuenta que, en general, se tiende a pensar que tiene que haber un problema para acudir a este tipo de terapias, pero a veces los problemas son difíciles de identificar o se hace cuando ya es demasiado tarde. “Es cierto que, en función de nuestra historia, nos puede costar más o menos mostrarnos vulnerables”, comenta y añade que, aunque cada vez haya más personas que se permiten hablar de ello, sigue siendo “un poco tabú”.
Además, según aclara la codirectora de Psicoline, “suele darse mucho la situación de que uno de los dos miembros de la pareja no termina de ver el problema o está en un punto distinto de la relación, lo que le lleva a no querer ir a terapia o no estar del todo convencido”. El cómo se da el paso de comenzar la terapia es muy importante, puesto que “suele determinar en gran medida el curso de la misma”.
Por otro lado, explica la psicóloga, hay una creencia generalizada que relaciona la terapia de pare con la existencia de problemas en la relación. “A veces hay personas, aunque el menor número si somos sinceros, que deciden acudir a terapia de pareja para poder crear unas bases sólidas entre los miembros de la misma”.
En definitiva, María Gil detalla que en las terapias de pareja se revisan creencias sobre las relaciones, nuestra manera de relacionarnos y cómo nuestra historia afecta a nuestra pareja, y eso no siempre viene de la mano de problemas en la relación. “Hay autores que hablan de la necesidad de trabajarse individualmente con el fin de revisar cómo es nuestra propia historia familiar, para así ser conscientes de nuestras pequeñas o grandes sombres y elegir dinámicas de pareja distintas, sobre todo, que encajen con lo que individualmente necesitamos”. Este punto que destaca la psicóloga resulta importante, puesto que “si no nos hemos parado a pensar cuáles son nuestras heridas, nuestros miedos o desde dónde tomamos decisiones, es más fácil que caigamos en la elección de una pareja que nos lleve a mantener patrones que tal vez no son del todo sanos para nosotros”.
Aunque si algo destaca la psicóloga es que “la terapia es un lugar en el que descubrir cuál es el mejor camino para la relación. A veces puede ser elegir y construir un camino juntos, y otras veces, es aprender a construir un camino separados”. En este sentido, María Gil hace hincapié en que hay que hacer conscientes a las parejas de que ningún camino es mejor que el otro, siempre y cuando pongamos en el foco principal del proceso el bienestar de ambos.
La evolución de las terapias de pareja
Al igual que en todos los ámbitos de la sociedad, las terapias de pareja han evolucionado, aunque “no tanto por las personas”, aclara la especialista, “sino por las necesidades, temáticas o dudas que surgen.
Antes las relaciones estaban mucho más establecidas y el camino que conocíamos era el que casi todo el mundo seguía, el que nos habían enseñado. “A día de hoy hay muchas opciones sobre cómo vivir los vínculos y la sexualidad, y eso afecta a cómo los pacientes viven sus relaciones. Los divorcios son cada vez más comunes y es algo que, de una manera u otra, acaba llevándose a los despachos de terapia”, puntualiza María Gil.
Sin embargo, la codirectora de Psicoline asegura que los seres humanos independientemente de la época seguimos viviendo internamente con los mismos miedos e inseguridades, algo que, con el paso de los años, no cambia y sigue siendo central en las terapias de pareja.
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