“La carga de las afecciones del sistema nervioso es mucho mayor de lo que se pensaba anteriormente”, según el informe publicado en la revista científica The Lancet Neurology. En él se enumeran las 10 enfermedades neurológicas más comunes en 2021: accidentes cerebrovasculares, encefalopatía neonatal o lesión cerebral, migraña, alzheimer y otras demencias, neuropatía diabética (daño a los nervios), meningitis, epilepsia, complicaciones neurológicas del parto prematuro, TEA (trastorno del espectro autista) y cánceres del sistema nervioso.
El impacto de las enfermedades neurológicas ha aumentado en un 18% en los últimos 31 años. El impacto real de este problema se conoce a través de los AVAD (años de vida ajustados por discapacidad), que son los años de vida que los pacientes afectados pierden a causa de estas enfermedades. Así, los investigadores del estudio concluyeron que en 2021 ascendió a 443 millones el total de años de vida saludable perdidos en todo el mundo. Este dato sitúa las enfermedades neurológicas por delante de las enfermedades cardiovasculares en cuanto a morbilidad.
El Dr. Carlos Villarón Casales, fisioterapeuta especializado en neurorrehabilitación y Parkinson, y profesor en la Universidad Europea, explica que las posibles causas de este incremento de enfermedades neurológicas se pueden diferenciar en dos grupos. “Por un lado, la parte más positiva, los avances en las técnicas de diagnóstico que han permitido identificar enfermedades neurológicas que antes no se detectaban, y que actualmente existe una mayor concienciación sobre las enfermedades neurológicas, esto ha llevado a un aumento del número de personas que buscan atención médica en este sentido”.
En la otra cara de la moneda, el fisioterapeuta hace también referencia a la parte menos positiva. “El crecimiento de enfermedades infecciosas que causan serios daños en el sistema nervioso, el aumento de exposición a ciertas toxinas como plomo o mercurio etc., y un estilo de vida poco saludable, hacen que cada vez tengamos más enfermedades neurológicas”.
Factores de riesgo que influyen en el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas
En primer lugar, es importante tener en cuenta la edad. “Aparte de tener un mayor riesgo de padecerlas, la posibilidad de recuperación también se ve mermada a causa de la edad y es muy frecuente padecer multipatologías asociadas a la edad”, asegura el Dr. Villarón. Sin embargo, los investigadores del estudio publicado en The Lancet Neurology analizaron los trastornos de neurodesarrollo y las enfermedades neurológicas en niños. Los resultados indicaron que las enfermedades neurológicas pueden ocurrir en cualquier etapa de la vida y descubrieron que estas patologías en la niñez eran responsables del 18% de todos los trastornos neurológicos.
El tabaquismo, el consumo de alcohol y la obesidad, como en otras muchas enfermedades, influyen de manera determinante para el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas, “provocando daños en las células cerebrales por estrés oxidativo e inflamación, y aumentando la acumulación de proteínas anormales en el cerebro (directamente relacionado con la enfermedad de Alzhéimer), que alteran la función cerebral, como la memoria, la cognición y la motricidad”, explica el especialista.
Azúcar y enfermedades neurodegenerativas
Además, el Dr. Villarón puntualiza que “existe evidencia científica que sugiere una relación entre el consumo excesivo de azúcar y el desarrollo de ciertas enfermedades neurológicas, especialmente las enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzhéimer y la enfermedad de Parkinson“.
Por otro lado, el portal especializado Healthline menciona que la ingesta elevada de azúcar tiene efectos inflamatorios a nivel sistémico, lo que se asocia con el desarrollo de un buen número de patologías crónicas como el alzhéimer.
Como indica el portal, investigaciones de corte estadístico señalan un aumento en el riesgo de padecer alzhéimer en aquellas personas que consumen hasta 10 gramos de azúcar al día. Por otro lado, la lactosa, presente en la leche y los lácteos, es el tipo de azúcar que más parece relacionarse con el riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas. También se relaciona con un mayor riesgo en el desarrollo del alzhéimer la diabetes tipo II, puesto que se cree que puede promover la formación de placas de proteínas anormales características en esta clase de enfermedades.
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