La preeclampsia es una de las complicaciones más comunes del embarazo que se desarrolla habitualmente a partir de la semana 20 y se caracteriza porque la presión arterial alta de la madre reduce el suministro de sangre a la placenta, lo que provoca que el feto reciba menos oxígeno y nutrientes. Se estima que la preeclampsia afecta a entre el 2 y el 5% de los embarazos en España y es una de las principales causas de mortalidad tanto materna (en torno al 15% de las muertes maternas se deben a esta causa) como fetal.
“Los principales problemas a los que nos enfrentamos –asegura el Dr. Juan José López-Galián, Jefe de Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud San José y del Centro Médico Quirónsalud Valdebebas-, son la dificultad de su diagnóstico -dado que se parece mucho a la hipertensión crónica y en muchos casos sus síntomas se dan en todo tipo de partos, con independencia de que exista preeclampsia o no- y la existencia de falsos positivos en los test de medición del riesgo de preeclampsia, con el consiguiente sobretratamiento”.
A pesar de que lo puede desarrollar cualquier mujer, hay que estar especialmente vigilantes en aquéllas que presentan factores de riesgo que, según la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) pueden clasificarse en dos grupos: elevado y moderado.
Según esta clasificación, serían factores de riesgo elevado haber sufrido preeclampsia en embarazos previos, padecer patología renal, lupus eritematoso sistémico, síndrome antifosfolípido, diabetes mellitus y/o hipertensión arterial crónica; y factores de riesgo moderado ser el primer embarazo, edad materna ≥ 40 años, haber transcurrido más de 10 años desde el último parto, presentar un IMC > 35 kg/m2, tener antecedentes familiares de preeclampsia y en caso de gestación múltiple.
En todo caso, resulta fundamental realizar un cribado de preeclampsia en el primer trimestre, alrededor de la semana 12 de embarazo. A este respecto, existen dos tipos de cribados: los basados en factores maternos y los basados en biomarcadores.
Los cribados basados en factores maternos consideran de alto riesgo de sufrir preeclampsia aquellas mujeres que tienen al menos un factor de riesgo elevado o dos de riesgo moderado; por su parte, los cribados basados en biomarcadores se basan en predecir el riesgo de padecerla combinando el análisis de los factores maternos con algunos indicadores como PAM (presión arterial media), PAPP-A (proteína A del plasma sanguíneo producida durante el embarazo), lPAUt (índice de pulsatilidad de la arteria uterina) o PIGF (factor de crecimiento placentario).
“Cualquiera que sea el modelo que se utilice, para aquellas mujeres que presenten alto riesgo de preeclampsia en el primer trimestre, se recomienda un seguimiento específico para la detección precoz de la misma y un estrecho control ecográfico del feto con el fin de detectar posibles retrasos en el crecimiento intrauterino”, concluye el doctor.
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