El verano es una época del año que muchas personas esperan con entusiasmo debido a las vacaciones, el clima cálido y la oportunidad de disfrutar de actividades al aire libre. Sin embargo, este período también puede presentar desafíos únicos para la salud mental, especialmente para adolescentes y ancianos. Las altas temperaturas, los cambios en las rutinas diarias y las expectativas sociales pueden afectar el bienestar emocional y psicológico. Por esta razón, es fundamental adoptar medidas preventivas y mantener prácticas saludables que promuevan un bienestar mental óptimo.
El Dr. Alberto Bullón Sáez, Jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Ruber Juan Bravo afirma que “en esta época es conveniente observar estrategias diseñadas para ayudar a manejar el estrés, fomentar la interacción social y mantener un equilibrio saludable en la vida diaria; aunque, en todo caso, es importante adaptar estas sugerencias a las necesidades individuales y consultar con profesionales de la salud si se tienen preocupaciones específicas”.
En los adultos mayores:
- Estimulación mental y socialización: el verano puede ser una buena oportunidad para participar en actividades que estimulen su mente y promuevan la socialización como leer libros, hacer crucigramas, participar en grupos de discusión, acudir a clases de música o potenciar los hobbies.
- Manejo del estrés y la ansiedad: el verano puede traer consigo cambios en la rutina y nuevas actividades sociales, lo cual puede generar estrés y ansiedad. Es importante desarrollar estrategias de manejo del estrés, como la meditación, la respiración profunda o el yoga.
Además, es fundamental buscar apoyo emocional si se sienten desbordados por las nuevas situaciones o responsabilidades.
- Cuidado de la salud mental: esto puede incluir mantenerse al tanto de sus emociones y buscar ayuda profesional si experimentan síntomas de depresión, ansiedad u otras preocupaciones mentales. Mantener una comunicación abierta con familiares, amigos y profesionales de la salud es crucial para recibir el apoyo necesario.
- Planificación de actividades y descanso: a medida que planifican sus actividades durante el verano, los adultos mayores deben tener en cuenta la importancia del equilibrio entre la actividad y el descanso. Es esencial programar momentos de descanso y relajación entre las actividades sociales y físicas para evitar el agotamiento y mantener un bienestar integral.
En el caso de los adolescentes, además de todo lo mencionado en adultos mayores, existen dos recomendaciones específicas: limitar el tiempo de uso de pantallas y prevenir el riesgo de consumo de sustancias.
Respecto de la limitación del uso de pantallas, es importante establecer horarios específicos para el uso de dispositivos electrónicos y designar zonas de la casa libres de pantallas; fomentar actividades alternativas al aire libre y promover hobbies que no involucren pantallas; optar por un uso de la tecnología de manera saludable, utilizando aplicaciones que monitorean y limitan el tiempo de uso de dispositivos electrónicos y fomentando su uso para interacciones positivas, como videollamadas con familiares y amigos en lugar de un uso pasivo; establecer modelos de comportamiento ofreciendo un ejemplo positivo sobre el uso equilibrado y saludable de la tecnología y organizando actividades familiares que no involucren pantallas; y aprovechando para educar sobre un uso adecuado de la tecnología manteniendo conversaciones abiertas sobre los riesgos de su uso excesivo de pantallas y sobre la importancia de la ciberseguridad y cómo proteger su privacidad en línea.
Por otra parte, la adolescencia es un período crítico en el desarrollo, durante el cual los jóvenes pueden estar expuestos a diversas influencias y presiones para experimentar con sustancias de abuso, como el alcohol, el tabaco y las drogas ilícitas, especialmente en verano, cuando se tiende a cierto relajamiento de las rutinas.
La prevención es esencial para evitar las consecuencias negativas a largo plazo para la salud física y mental y para ello las estrategias deben girar en torno a varios ejes:
– Educación: proporcionando a los adolescentes información precisa y basada en evidencia sobre los efectos perjudiciales del uso de sustancias, tanto a corto como a largo plazo y fomentando su participación en programas educativos que se centren en la prevención del uso de sustancias y la promoción de estilos de vida saludables.
– Fomento de habilidades para la vida: enseñando a los adolescentes habilidades para tomar decisiones informadas y saludables, proporcionándoles estrategias para resistir la presión de compañeros y amigos y decir no al uso de sustancias y formándoles en técnicas efectivas de manejo del estrés, como la meditación, el ejercicio y otras actividades recreativas.
– Promoción de actividades saludables: deportes y actividades extracurriculares, acciones de voluntariado y participación en actividades comunitarias.
– Comunicación abierta y apoyo familiar: manteniendo un diálogo constante, abierto y honesto sobre el uso de sustancias, creando un ambiente seguro para que expresen sus preocupaciones y experiencias, estableciendo límites y reglas claros y explicando las razones detrás de estas reglas y proporcionándoles un apoyo emocional constante, asegurando que se sientan valorados y comprendidos.
– Intervención temprana: estando atentos a signos de consumo de sustancias, como cambios en el comportamiento, rendimiento escolar, y círculo de amigos, interviniendo de inmediato a través de la ayuda de profesionales, como consejeros escolares, psicólogos o terapeutas.
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