Las últimas semanas han sido una auténtica pesadilla para Hillary Clinton en términos de percepción pública. Los errores en la gestión de su comunicación llevaron a Trump a plantarle cara en las encuestas. Sin embargo, durante el primer debate electoral a la presidencia de la Casa Blanca, Clinton se mostró como la candidata más preparada para el puesto frente a un aspirante poco acostumbrado al enfrentamiento político cuerpo a cuerpo.
Por fin llegó la noche en la que Hillary Clinton, candidata demócrata a la Casa Blanca, y el multimillonario Donald Trump se enfrentaban cara a cara en un debate presidencial. Con 40 debates a sus espaldas, Clinton manejó en todo momento el debate presidencial, frente a un novato Trump, para quien era la primera vez que se enfrentaba a un cuerpo a cuerpo. De hecho, el mismo Trump había asegurado en repetidas ocasiones que “él no era un hombre de debates, sino de hechos”. Clinton supo buscar los puntos débiles del candidato republicano, empezando por su holgada situación económica y sus negocios hasta las acusaciones de racismo –Clinton usó la palabra dos veces–. Pero sobre todo, Clinton supo aguantar estoicamente los ataques de nerviosismo de Trump que no paró de interrumpir a la candidata demócrata en su tiempo de respuesta durante los 90 minutos de debate.
La actitud de Trump, según recogen los medios de comunicación estadounidenses en sus editoriales, puede que “haya reforzado a sus votantes, pero muy probablemente ha conseguido el rechazo por parte de los indecisos”, especialmente entre la población inmigrante y mujeres. Según una encuesta realizada por CNN al finalizar el debate, según los telespectadores el 62% dieron la victoria del debate a Clinton, mientras tan solo un 27% le dio la victoria al candidato republicano. Según se desprende de esta encuesta, Clinton superó las expectativas entre aquellos que vieron el debate, y el margen de confianza en la candidata demócrata pasó de un margen de superioridad del 26 al 35% después del debate.
En redes sociales, como suele ser habitual, los telespectadores se fijaron en aquellos detalles más relacionados con su lenguaje corporal y reacciones más polémicas. El protagonista del debate en Twitter fue Trump que no paró de resoplarse la nariz, incluso el candidato republicano fue protagonista de un trending topic, #trumpsniff en el que los usuarios bromeaban con la posibilidad de que Trump tuviese neumonía, misma enfermedad que apartó por unos días a Clinton del foco mediático.
Precisamente la neumonía que la candidata demócrata sufrió hace unas semanas fue la causante de una crisis de comunicación en su equipo que le hizo retroceder en las encuestas y un nuevo revés aprovechado para los ataques desde el bando republicano. El equipo de comunicación de Clinton escondió durante dos días el diagnóstico de neumonía de Clinton hasta que la propia candidata tuvo que abandonar el memorial por las víctimas del 11S. Fue en ese momento en el que las especulaciones sobre el estado de salud de la ex primera dama llegaron a convertirse en un auténtico escándalo.
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