Cómo han cambiado las cosas en COPE durante la última década. La emisora arrancó 2010 con unos datos de audiencia bajo mínimos tras la salida de Federico Jiménez Losantos, a lo que se unía el escaso rendimiento que reportaban el resto de formatos que componían la programación de la cadena. Diez años después, los números se han duplicado, todas las franjas gozan de buena salud e incluso algunos como Carlos Herrera, Paco González o Juanma Castaño se han atrevido a discutir el sempiterno liderazgo de la SER.
Regresemos a los primeros meses de 2010. Por aquel entonces, COPE tenía a Nacho Villa, Cristina López Schlichting, José Antonio Abellán y Juan Pablo Colmenarejo como grandes estrellas de su parrilla. El resultado, tal y como recoge la 1º ola del EGM de ese año, eran 1.251.000 oyentes diarios, una discreta cifra que evidenciaba el serio declive al que se enfrentaba la emisora, cuya decadencia comenzaba a alarmar seriamente a sus responsables.
Pero llegó el verano y con él, el milagro. A mediados de aquel mayo, la SER decidió prescindir de Paco González debido a las disputas que mantenía con la directiva. Tras negociar con varios grupos, el locutor se decidió por COPE, lo que supuso el desembarco de medio centenar de profesionales en la redacción de Deportes de la emisora. Este soplo aire fresco, unido al cambio que experimentaron las mañanas gracias a la incorporación de Ernesto Sáenz de Buruaga en lugar de Nacho Villa, insufló vida a un proyecto que pasaba por sus horas más bajas.
Buruaga aterrizó en COPE con el objetivo de arreglar el desaguisado de Villa, que había dejado La mañana en la mitad de oyentes desde que la heredó de Jiménez Losantos. Pese a que sus inicios al frente del espacio fueron complicados, el periodista logró establecerse por encima de la barrera del millón de fieles en 2012, lo que le sirvió para adelantar a RNE (que se encontraba iniciando su propio descenso a los infiernos) pero no para plantar cara a SER ni Onda Cero. En paralelo, César Lumbreras demostraba que lo suyo no eran las tardes. El presentador de Agropopular se convirtió en un lastre debido a los bajos registros cosechados por La atalaya, que llegó a sucumbir ante un programa regional como Versió RAC1. La agonía se alargó hasta el verano de 2012, cuando la cadena decidió otorgarle las riendas de la franja a Ramón García, que consiguió mejorar ligeramente las audiencias de la mano de La tarde.
Los Deportes, por su parte, se convirtieron en el gran motor de la emisora, que incorporó en dos años a 500.000 nuevos adeptos a sus filas gracias, en gran parte, a su apuesta por el equipo que lidera Paco González. Tanto Tiempo de juego como El partido de las 12 mejoraron sensiblemente los registros firmados por sus antecesores y, lo que es más importante, trabajaron duro para fidelizar a la audiencia, forjando un sello propio que ha tenido continuidad a lo largo de los años.{wbamp-show start}
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La tranquilidad que había alcanzado COPE se vio interrumpida por el adiós de Buruaga a las mañanas. La directiva de la cadena optó por Ángel Expósito para sustituirle… y erró, ya que el comunicador no consiguió alcanzar el millón de oyentes durante la única temporada que estuvo al frente del espacio matinal. El tropiezo supuso una decepción para la emisora, que se alejó de los dos millones de oyentes que había alcanzado a principios de 2014.
Herrera, la pieza que completó el puzzle
Pero no hay pena que 100 años dure y COPE tan solo tardó un año en reponerse del golpe con un movimiento histórico que revolucionó el panorama mediático. La cadena incorporó a Carlos Herrera, estrella por aquel entonces de Onda Cero, para que se hiciese cargo de su programa matinal, cediéndole a Expósito las tardes. Las consecuencias de la jugada no tardaron en ver la luz: en tan solo cinco meses, la emisora sumó 800.000 nuevos oyentes y sus mañanas pasaron de cosechar 976.000 fieles a 1.925.000 adeptos.
El revulsivo que supuso Carlos Herrera no se quedó en un espejismo: según pasaban los meses, COPE iba creciendo más y más, elevando también su nivel de facturación. El comunicador, con su estilo personal e inconfundible, terminó de resucitar a la emisora y, ayudado por el buen hacer de Juanma Castaño al frente de El partidazo y por la mejoría de La tarde con Ángel Expósito a los mandos, consolidó a la cadena como la segunda radio generalista más escuchada en España.
El culmen de este ascenso tuvo lugar durante los primeros meses de 2019, cuando Herrera en COPE se quedó a escasos centímetros de arrebatar a Hoy por hoy el primer puesto en las mañanas radiofónicas. Pese a que el formato de la SER consiguió rehacerse y mantener cierta (que no mucha) distancia con su rival, el hecho es que Carlos Herrera había logrado devolver a la emisora a la élite. La dinámica positiva que envolvió también se dejó notar en la mejoría que experimentaron La tarde y La linterna con las llegadas de Fernando de Haro y Pilar Cisneros y de Ángel Expósito, respectivamente.
La gloria que el EGM le negó a Herrera sí la pudo disfrutar Juanma Castaño. El asturiano cerró 2019 firmando una gesta histórica: por primera vez en un cuarto de siglo, El larguero perdía el liderato en favor de El partidazo, cuya alianza con Radio Marca terminó por auparle a la primera posición. Aunque la felicidad tan solo le duró unos meses, el hito puso sobre la mesa el increíble crecimiento que viene desarrollando el formato frente al declive del espacio que lidera Manu Carreño.
Durante los últimos 10 años, COPE ha pasado de ser una emisora sin alma a plantarle cara a la todopoderosa SER. Esta evolución esta íntimamente vinculada con la renovación del equipo de Deportes y con el fichaje de Carlos Herrera porque, además de disparar las audiencias de sus respectivas franjas, le demostraron a la cadena la importancia de otorgarle a todos sus formatos un sello propio, un estilo, una personalidad que atrape el interés de la audiencia, transformando la mentalidad que imperaba en la radio de la Conferencia Episcopal.
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