Hay una regla de oro que a todos nos enseñaron cuando éramos pequeños y dice: ‘No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti’. Quizá en este principio moral debería haber pensado el presidente de los enfermeros, el podólogo Máximo González Jurado, antes de insultar sin piedad a sus enemigos y de dedicarles desproporcionadas e irresponsables portadas acusándoles de haber cometido un grave delito en la revista ‘Enfermería Facultativa’, que edita el propio Consejo General de Enfermería.
Lo hizo en marzo contra el presidente de los médicos. A Juan José Rodríguez Sendín lo tachó de ‘hooligan’ y de ‘talibán’ por tomar la decisión de ratificar el documento que rechazaba la prescripción enfermera. Entonces, los profesionales de la Enfermería denunciaron que la situación repercutiría en su relación diaria con los médicos y, por tanto, en el trato al paciente. Crearon el hashtag #NoEsMiGuerra para expresar sus discrepancias y para pedir unidad al colectivo médico: ‘El tema no se soluciona rompiendo relaciones con un interlocutor necesario y denunciándolo por difamarnos en un medio de tirada nacional’.
Recientemente su objetivo ha sido Alfonso Alonso. En la aprobación del Real Decreto que regula la Prescripción Enfermera, el ministro de Sanidad, Asuntos Sociales e Igualdad no se ajustaba a lo que supuestamente había pactado con Máximo González Jurado. Al conocer el contenido del mismo, este último se dejaba llevar por la soberbia y se lanzaba a la yugular del Ministro profiriéndole insultos como ‘felón’, ‘traidor’, ‘embustero’ y ‘cobarde’. El presidente del Consejo de Enfermería calificaba el hecho de ‘cacicada de un Gobierno en manos de la ultraderecha’.
Algunos medios, como Redacción Médica, se hicieron eco de las palabras textuales del podólogo: ‘No había visto balbucear más a un ministro hablando de una cosa tan importante, el pobrecito daba pena. No sabe ni lo que es un ‘Sintrom’ ni una heparina (…) no aguantaría ni dos minutos un debate con Víctor (Aznar) o conmigo, le daría una diarrea motora si tiene que hacer eso’.
Sin embargo, parece que Máximo González Jurado no había tocado techo dañando el honor del Ministro de Sanidad. El podólogo daba la orden a su equipo de Comunicación de dedicar la portada del número 218 de ‘Enfermería Facultativa’ a terminar de pisotear a Alfonso Alonso.
No obstante, parece que el tiro le ha salido por la culata. Los profesionales de la Enfermería, furiosos por conocer que el presidente de Enfermería planea en los nuevos Estatutos Profesionales sancionarlos con una pena de 3 meses a 1 año de inhabilitación si critican a los miembros del Consejo General de Enfermería por Twitter, han hecho su particular e irónico montaje de la portada. En esta versión se incluye un texto que reza: ‘El Consejo General desprecia y engaña a la Enfermería’.
Denuncian la incoherencia de su máximo representante: ‘Criticar la pasividad y la falta de representación podría constituir una falta grave. Sin embargo, llamar ‘felón’ a la autoridad que está por encima…’. Así han rechazado los enfermeros la actitud de González Jurado y sus intentos de coartarles el derecho a la libertad de expresión.
En un intento por suavizar la polémica suscitada tras la decisión de Máximo González Jurado de insultar a sus compañeros y de amordazar a sus colegiados, el diario digital Redacción Médica publicaba el ‘Bisturí’ titulado ‘Sobre la supuesta #LeyMordaza de Enfermería’. En él se habla de la importancia del respeto en las relaciones entre profesionales dedicados a dar un servicio público: ‘Cualquier colegiado que públicamente insulte gravemente o amenace a otra persona debería replantearse si está capacitado para dar un servicio público como lo es el ejercicio de la Enfermería’. Y continúa: ‘Los enfermeros […] deben ser conscientes de que sus manifestaciones públicas tienen que ser más ejemplares que las de otros ciudadanos. Si un paciente no puede amenazar a un enfermero sin consecuencias, un enfermero tampoco debería poder hacerlo con otra persona sin consecuencias’.
Quizá lo que debería haber incluido el redactor de este ‘Bisturí’ es que las manifestaciones públicas del máximo representante de la Enfermería son mucho más graves en cuanto a la resonancia y repercusión que pueden tener. Pero además, incluyen negativamente en la imagen que día tras día construyen unos profesionales que se dedican en cuerpo y alma a sus pacientes. Estos profesionales exigen no dar esta ‘triste e irresponsable imagen de la Enfermería a la población’ y dejar de romper relaciones con médicos o responsables de la Administración.