La proliferación de muñecas sexuales inteligentes, que incorporan tecnologías como la inteligencia artificial o la simulación de sentimientos, ha abierto un debate en la sociedad más conservadora de EEUU que se está extendiendo al resto del planeta. Y es que, a través de ‘Campaign Against Sex Robots’, tira de ética para proponer la prohibición de estos robots sexuales. Para ello, sus integrantes indican que el sexo con estas máquinas deshumaniza a las mujeres, las coloca en un escalón inferior al ser identificadas como objetos sexuales y que la relación entre robot-humano se asemeja a la que se tiene con prostitutas. ¿Qué pasa con los robots de rasgos masculinos? ‘Los prostitutos masculinos existen, pero no en el mismo grado que prostitutas femeninas’, es la respuesta de la asociación.
Realmente las historias sobre relaciones entre humanos y robots no son novedosas, ya que se llevan tratando en el cine y la literatura desde hace décadas. La última ocasión ha sido gracias a ‘Ex Machina’, una cinta del recién estrenado director Alex Garland. Pero desde ‘Campaign Against Sex Robots’, iniciativa liderada por Kathleen Richardson, investigadora sobre ética y robótica en la Universidad De Montfort, se asegura que la práctica sexual con robots contribuirá a que existan todavía más casos de explotación sexual en la sociedad, ‘como en un círculo vicioso’.
De lo que no cabe duda es que estos robots inteligentes presentan aspectos positivos, como los lúdicos o los terapéuticos en ciudadanos con traumas o problemas para entablar relaciones sociales. Pero también existen aspectos negativos que apuntan a si es ético o no crear inteligencia artificial destinada a satisfacer los deseos sexuales de los seres humanos. La compañía Real Dolls, especializada en la fabricación de muñecas sexuales de lujo, deja de lado este debate para añadir esta inteligencia a sus productos, hasta el punto de que estén dotados de cabeza móvil, de movimiento de pestañas y hasta boca con movimientos sugerentes. La idea es que la personalidad de la muñeca esté recogida en una app para el móvil, al estilo de la película ‘Her’. El objetivo de Real Dolls es que los humanos puedan llegar a enamorarse de sus robots.
True Companion también dirige sus muñecas/robots en el mismo sentido, ya que quiere que ‘la gente pueda encontrar la felicidad y sentirse llena de formas alternativas a la interacción humana’, un camino que probablemente tomen otras empresas de la industria, que buscan que practicar sexo solo sea una de las muchas cosas que un robot de este tipo pueda ofrecer (también interactuar y socializar). Y esto es precisamente lo que estas iniciativas contra los robots sexuales quieren impedir planteando el debate ético, aludiendo a la responsabilidad con el resto de la humanidad. Pero la evolución de estas máquinas también requiere que, en un futuro parece que no muy lejano, deba hacerse una reflexión más profunda sobre la ética robótica.
Ya lo ha predicho David Levy, autor del libro ‘Amor y Sexo con Robots’, que asegura que para 2050 las relaciones íntimas entre robots y humanos serán comunes, aunque todavía la sociedad no está lista para aceptar esta realidad. Isaac Asimov propuso en 1942 sus Tres leyes de la Robótica en ‘El círculo vicioso’ para evitar el ‘complejo de Frankenstein’, es decir, para impedir que las máquinas pudieran revelarse y alzarse contra sus creadores, como en las películas. Pero teniendo en cuenta esta nueva industria, quizá no hubiera estado mal que hubiese dejado formuladas las tres leyes que controlasen la actitud de los humanos con respecto a los robots…