Los móviles no paraban de salir y entrar de los bolsillos del público, pese a las restricciones propias de un programa de televisión. Sin embargo, si algo podemos decir de esta noche es que la estrella audiovisual ha sido sin duda el padre de Alfred. Junto a una clásica mini cámara Alfredo ha inmortalizado cada detalle de la esperada final de OT y en especial de la grada que ocupaban los familiares de los concursantes bastante contenidos, quizás por los nervios y la imposición de los focos, durante gran parte de la gala. Ha sido un programa muy largo -más aún de lo habitual- donde Amaia (de España) se ha proclamado vencedora por su trayectoria a lo largo de los tres meses de programa, pero también por haber bordado un personal Miedo de M-Clan que simplemente ha dejado (nos ha dejado) sin palabras a todo el plató de Operación Triunfo.
Sin artificios ni estridencias, la joven navarra ha demostrado una vez más que se basta ella sola y un piano para levantar del asiento al público que asistíamos a OT como no lo habían hecho en la final ninguno de sus compañeros. Ni siquiera lo logró de manera tan abrumadora una sobresaliente Aitana, que le puso las cosas muy difíciles a la flamante ganadora del talent musical de TVE y Gestmusic. Finalmente Aitana ha tenido que conformarse con la segunda plaza, mientras que Miriam ha cerrado para muchos por sorpresa el pódium. Alfred (fiel a su estilo hasta el último minuto) y Ana Guerra se quedaban minutos antes sin pasar el corte que daba acceso a la ronda final. No obstante, ambos se han mantenido durante el resto del programa con la mejor de sus sonrisas y no han cesado en mostrar públicamente su apoyo al trío de finalistas femeninas.
Apoyo que no faltaba tampoco desde la zona de invitados, un reducido grupo de lo más variopinto donde se encontraban nombres como los de Dulceida, Paz Padilla o algunos concursantes de Super Shore. Una mezcla que ha contado en el inicio del programa con la participación de un incombustible Raphael (bajo la atenta mirada de su hijo y miembro del jurado, Manuel Martos), un formato que nos ha devuelto la ilusión perdida por el fenómeno fan a muchos de nosotros. Pablo Alborán también ha puesto en pie a las gradas de OT, algo que para decepción de otros no ha culminado David Bisbal que no ha podido actuar por problemas de ‘alto voltaje’. Ha sido un final agridulce donde un chasquido de la mesa de sonido nos ha dejado con pequeño malestar en el cuerpo.
Mientras esto sucedía la seriedad del resto del jurado, Mónica Naranjo y Joe Pérez-Orive, era patente desde la mesa donde han valorado a los 16 aspirantes de Operación Triunfo durante estos meses. Rosa López completaba el elenco de invitados y se ha convertido en la consorte oficial de un Roberto Leal que ha sabido solventar con nota todos los problemas técnicos que han deslucido los momentos más esperados de la gran final de OT. Un desenlace en el que la complicidad ha sido la sintonía predominante de todo el programa y visible entre los concursantes con las constantes miradas de Aitana o Cepeda, entre los familiares con los gestos de orgullo de los padres de Amaia o entre el equipo del formato cuando ha sonado un ‘Camina’ sin el brillo esperado, aunque nostálgico porque ese era el broche final a una edición que tardaremos mucho en olvidar.
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