La campaña comenzó con tintes totalitarios. El aparato de propaganda de los socialistas, los Zaragozas, los amontillados, y otras facciones, se colgaron en el pecho y en la espalda el mensaje nazifascista del enemigo. La propaganda estalinista y de los cachorros de Hitler compartían elementos comunes de seducción y convicción sentental. Ambos identificaban a los judíos y a los revisionistas con las ratas que habitan en las cloacas de la ciudad, dispuestas al asalto en caso de que los partidarios bajen
Esto es lo que queda de
Es lo que nos queda de
Hablamos de un partido que además de hacer carteles electorales, está a punto de expulsar de sus filas a Rosa Díez.















