El tema es grave. Ayer andando el barrio de Chamberí Manolo, un hombre de unos sesenta años, con su brick de vino peleón y sus cartones que siempre llevaba a cuestas había desaparecido. En su esquina de toda la vida, la que había sustituido su hogar, después de quedarse sin trabajo, arruinado y con la bebida como único amigo de penas, estaba ocupada tres subsaharianos, tres hombres de piel de pantera y mirada perdida.
Sigo andando la zona… Luchana, Fuencarral, San Bernardo… y cada vez más rostros negros de ojos tristes pasando el rato bajo la lluvia, ¡como si no hubieran visto agua suficiente entre Senegal y las Canarias! Llegan a Madrid, la tierra prometida, y en vez de maná encuentran kilómetros y kilómetros de gris asfalto rodeados de edificios tan grises como su estado de áno. ¡Papeles para todos! Y el único papel que han recibido es la pequeña cartulina rectangular del billete sencillo de Metro y la servilleta que envuelve el bocadillo que les facilita el Ministerio de Interior al soltarlos a su suerte en Madrid.
Llegan miles a
Madrid se satura cada día más, un hormiguero que ve potente crecer su colonia a marchas forzadas… No se que superficie tiene exactamente el Palacio de
En fin, pongamos que hablo de Madrid…
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