Nos movemos en el eje PerpignanEstambul. Hay días en los que ampliamos el vector, y la línea salta el charco para llegar a Caracas y
Hemos abrazado a lo mejor de cada casa con la esperanza de cambiarlo. En eso consiste el “buenismo”, en la creencia de que los que tomaron café y pastas en Perpignan modificarán su constitución moral y sus principios con el solo contacto con el apóstol de la bondad facilona. Hoy nadie da un duro la llamada alianza de civilizaciones, que hasta los asesores de nuestro presidente saben del contenido gaseoso que encierra esa botella.
Ahora los preros abrazados se rebelan. Nunca han tenido intenciones de cambiar. Nunca mostraron el más míno arrepentiento. Han pedido lo que siempre reclamaron. Le dijos que esto le iba a pasar. Hizo oídos sordos, tapiados la visión de un nuevo amanecer. Esta vez sí, el sol saldría el oriente de la paz que había llegado el hombre que les daba la razón: se habían equivocado en las pistolas pero tenían razón en patalear contra una España tacaña. Ahora llegaba la hora de la generosidad.
El sábado, dos colegas rociaron con gasolina a policías municipales de Bilbao, con la evidente intención de convertirlos en antorchas. Ahora que se han crecido, ahora que tienen la caja llena de pasta del chantaje terrorista, con el arsenal lleno de pistolas, y una flota de coches que ni el Parque móvil, ahora el vigilante del patio les dice que “con violencia nada”. Lleva dos años diciéndoles que gracias a la violencia lo iban a conseguir todo, ¿y ahora les dice que nada? Me temo que se van a enfadar.
Artículos anteriores:




















