De momento, acabaron las certidumbres. Hasta ayer, los occidentales vivíamos en el mundo seguro. Nuestras necesidades vitales, casa, coche, educación, sanidad, pensiones y ocio, estaban más o menos aseguradas, mediante hipoteca, pero aseguradas. Pero ahora, desde el aciago 15 de septiembre (otra vez septiembre convulsiona al mundo), en que los grandes tabloides amanecían con La mayor quiebra de la historia hunde el sistema bancario de Wall Street, se ha ido sucediendo, a modo de efecto dominó, la caída de colosos de la banca de inversión e hipotecaria. El últo capítulo es significativo. Al día siguiente de que la canciller alemana, Angela Merkel, sacara pecho en la cumbre de Sarkozy (donde, cierto, le hicieron un feo a Zapatero al no invitarle) pidiendo castigo para los culpables y que cada palo aguante su vela, dando a entender que Alemania tenía férreamente regulado su sistema bancario, tuvo que tragársela y decidir, ese mismo fin de semana, unilateralmente, inyectar 100.000 millones de euros para salvar de la quiebra al prer banco hipotecario del país, Hypo Real State, del que depende la economía de millones de familias germanas, y garantizar plenamente los fondos. Justamente lo que acababa de criticar a Irlanda, quien una semana antes, con esta misma decisión, hundió la confianza de los ahorradores británicos que trasladaron inmediatamente millones de fondos a la isla hermana. Lo nunca visto.
¿Cómo se explica tamaño desaguisado? Por decirlo fácil y en poco espacio ¿Han leído 'La hoguera de las vanidades' de Tom Wolfe? Bien, pues fíjense en el concepto Los master del Universo. Son esos superejecutivos, formados en las mejores escuelas de negocios norteamericanas, con réplicas en todo el mundo, incluida España. Que han aprendido genialmente el modelo vender humo a precio de oro. De la nada, hacen fortunas obscenamente inmensas. Toman compañías productivas, desprecian el único valor existente, probadamente rentable y útil, La Ética y el Capital Humano, las vacían y las inflan artificialmente.
Lo más curioso de todo es que, en medio de ese mundo donde la codicia de los banqueros y asesores financieros no tiene límite, las consiguen vender inflando sus precios al infinito. Entre ellos construyen perios, sin liquidez, sin dinero, sin valores, blindando escandalosas stock option para sí mismos y sus paraísos fiscales, con los ahorros de millones de contribuyentes y honrados trabajadores, y se van prestando un dinero que ‘no existe'.
¿Culpables? Las empresas reguladoras, ley controladas los gobiernos de cada país, donde la corrupción ha acabado campando sus respetos. ¿Solución? Pagar ahora el Estado, asegurar el futuro y el presente de los ahorradores, pero cambiar el Sistema, como pretende pontificar sin mucho éxito el francés Sarkozy. ¿Qué pasará en España? Pues que el ascenso y caída de Mario Conde, Gescartera, etcétera, ayudaron con sus estafas a que, en su día, se fortalecieran nuestros controles estatales.
Estos son los momentos en que es mejor que no cunda el pánico. Pues si bien es sabido que la Economía es una ciencia de las emociones, la más fuerte de ellas, el miedo, es el factor otunidad y el factor quiebra. ¿Cúantos tiburones de las finanzas están ahora mismo frotándose las manos ante los cuantiosos negocios que ven venir? Es muy fácil, quien mantenga la calma, saldrá ganando.
Ahora el barco se hunde y las ratas abandonan corriendo. Paulson, el brazo financiero de Bush en Estados Unidos, va a hincharse de comprar a precio de saldo edificios y bienes inmuebles para el Tesoro. Peter Steinbrück, el capo de las finanzas de Angela Merkel hará lo propio en Alemania. Aquí en España, Zapatero acaba de anunciar que se inyectarán 50.000 millones para lo mismo. La diferencia es que, al estar nuestro sistema bancario, aparentemente más saneado, las hipotecas españolas serán de más calidad.
Cualquier banquero, o superbanquero, como ejemplo Emilio Botín, que en este momento pueda mantener el tipo, acabará enriqueciéndose a costa del miedo. La jugada se ve venir. Cuando llueven acciones baratas, hipotecas basura, o no tan basura, a precio de saldo, hay que templarse y comprar, con dinero propio o del Estado, y esperar a que en un par de años recuperen su valor. Negocio redondo. Ya ven, Papa Estado nos garantiza los ahorros, los master del universo, que al final no son nadie, salen huyendo y entre medias algunos se harán multillonarios. Que no cunda el pánico. Sencillamente es un cambio de ciclo. O las fortunas cambian de manos.
CONCHA MINGUELA, DIRECTORA 'GENTE EN MADRID'