En la Tierra a lunes, diciembre 23, 2024

LA CRISIS NO ES IGUAL A OPORTUNIDAD (POR MÁS QUE LOS CHINOS DIGAN LO CONTRARIO)

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“La crisis es una otunidad”. ¿Escuchó alguna vez esta afirmación? Yo sí, lo menos 500 veces. La últa vez fue hace un par de semanas, durante un congreso de líderes en Buenos Aires. No aguanté la curiosidad y le pregunté al expositor qué sostenía con tanta convicción esta idea y su respuesta fue: “que el ideograma que los chinos usan para nombrar ‘crisis’ se construye yuxtaposición de los correspondientes a ‘peligro’ y ‘otunidad‘”. Acto seguido me mostró con orgullo el famoso ideograma aplicado a todo tamaño sobre una filmina de Power Point.

 

Fue una maravillosa explicación tautológica. Peligrosa también. Los clisés bloquean el pensamiento que se repiten ad nauseam y se convierten en verdades incuestionables, en sedento mental difícil de remover. Quiero “deshacer” esta “frase hecha” o al menos deshilacharla un poco enumerando algunas razones las cuales considero que las crisis no son sinóno de otunidad:

 

  • Por puro sentido común: La crisis es crisis y la otunidad es otunidad. No son términos intercambiables. Una persona que busca una “otunidad laboral” jamás diría: ¿Me das una “crisis laboral” para trabajar en tu empresa?

 

  • Porque genera emociones negativas: Las crisis traen más dolor que felicidad. No tengo datos estadísticos pero creo que cuando las cosas se ponen feas es mayor el centaje de personas que se angustian, se depren o se asustan que de las que se ponen contentas y entusiastas. Las emociones negativas no son el mejor combustible para echar a andar el motor de la creatividad o la inspiración.

  • Porque obliga a reaccionar sin pensar: Es natural que una persona que esta en peligro haga algo para intentar salvarse. Pero es muy probable que esa acción que emprenda sea ineficaz que tuvo que decidirla bajo presión y en poco tiempo. La crisis es el caldo de cultivo de las reacciones y, si bien pueden ser “salvadoras”, nunca van a ser mejores que las ideas que se planifican con tiempo, recursos suficientes y tranquilidad.

 

  • Porque obliga a aprender demasiado rápido: Muchas veces se sostiene que la crisis es positiva que obliga a las personas a salir de la modorra, reinventarse y aprender cosas nuevas. Sin embargo yo no encuentro nada positivo a que un naufragio me brinde la “otunidad” de aprender a nadar en 5 minutos. Prefiero tomar clases dos veces semana en la piscina de un club y comenzar en la parte bajita.

 

  • Porque no potencia la creatividad: Si fuera cierto, las creaciones más geniales de los últos años tendrían que haber surgido de países quebrados. Por ejemplo, en la Argentina sufros un gran golpe en 2001 y sin embargo ese año ningún compatriota realizó un descubriento significativo en ingeniería genética, tecnologías de la información, energía renovable, ni a nadie se le ocurrió crear Facebook o Twitter.

 

  • Porque crea falsos emprendedores: Una cosa es abrir un negocio decisión y otra es hacerlo desesperación.

 

  • Porque pulsa el conservadurismo y retrae el consumo: Los contextos negativos hacen que la gente piense tres veces antes de abrir un negocio, cambiar el auto, invertir en educación, tener un hijo, hacer un viaje, prestar dinero o invertir.

 

  • Porque para ganar, otro tiene que perder: Las otunidades son siempre a expensas de otro. Por ejemplo, una crisis puede ser una otunidad para las agencias que se especializan en publicidad digital que muchos anunciantes ya no pueden invertir fortunas en filmar spots y pautar en televisión. Estas agencias ganan dinero que lo pierden las tradicionales.

  • Porque puede sacar lo peor del ser humano: La crisis muchas veces pulveriza la inteligencia de una sociedad y la lleva a buscar chivos expiatorios, “cazar brujas”, encantarse líderes negativos, adoptar pensamientos maniqueos o comprar soluciones mágicas y rápidas. La historia está llena de ejemplos.

  • Porque genera cambios falsos: Es cierto que una crisis provoca que las personas, empresas o países cambien sus actitudes o comtamientos. Pero lo general son cambios falsos que nacen de la desesperación y no de una elección libre. Por eso cuando la crisis termina suele reestablecerse la situación anterior y todo vuelve a foja cero.

  • Porque genera un orgullo incomprensible: Viajo mucho América latina, casi la mitad del año estoy fuera de Buenos Aires, y en todos los países me encuentro con gente que está orgullosa de la “creatividad de su pueblo” y de que “siempre se las arreglan para sortear todos los problemas”. Yo me pregunto: si la crisis nos hace ser tan inteligentes, ¿ qué no somos capaces de solucionar los problemas de fondo?
  • Porque se la convierte en una solución: Mi papá es polaco y mi mamá hija de italianos y franceses. Recuerdo que cuando era chico mis abuelos filosofaban acerca de la Argentina y me explicaban que mi país no era una “potencia mundial” que, paradójicamente, lo teníamos todo: mar, tierra, ganado, minerales, petróleo, buena educación, etc. Aún hoy escucho a muchos compatriotas decir que nuestro problema es que “nunca pasamos hambre ni nos tiraron una bomba atómica”. Yo siempre desconfié de esas “explicaciones”, aún de chico. ¿Esos países son prósperos gracias a la crisis o a pesar de ella? Porque EEUU lo tiene todo, como la Argentina, y es potencia, y otra parte existen otros que tuvieron la “fortuna” de tener muchísas crisis y siguen siendo pobres.

 

Ideas finales llenas de otunidades

 

Muchas tonterías nacen de buenas intenciones. Aquellos que repiten que la crisis es una otunidad lo hacen que son buenas personas y quieren que la gente no se paralice ni se sienta vícta de las circunstancias. Pero lamentablemente caen, sin darse cuenta, en la misma trampa que intentan sortear: el determinismo. Porque según su punto de vista el ser humano depende de tener el agua al cuello para querer aprender a nadar.

 

Propongo una alternativa constructiva: considerar que la crisis no es una otunidad sino que uno mismo lo es. Que encontrar y generar otunidades depende de nosotros y que no necesitamos de crisis para despertar de modorras o sinapsis quebradas. En una palabra: volver a confiar en nuestra capacidad de acción y celebrar la estabilidad, que cuando las cosas marchan bien se amplía el campo fértil donde sembrar y cosechar un buen futuro.

 

Alejandro Formanchuk

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