Andan las localidades de Yebra en Guadalajara y Ascó en Tarragona, barruntando la posibilidad de presentar sus candidaturas a cementerio nuclear de los residuos que generan todas las centrales del Estado. La polémica esta servida, y se esta liando una gorda en los ayuntamientos colindantes. La falta de una ley común que permita aclarar que ubicaciones son las idóneas, se trata de suplir con una generosa dádiva del Gobierno de Madrid, que seduzca a los alcaldes de las poblacionesalmacén para que consigan, a su vez, el placet de sus convecinos. Y sin embargo no parece justo que aquellas Comunidades Autónomas que hayan sotando, durante tantos años, los inconvenientes de las centrales que han suministrado energía a todo el país, sean además, el centro receptor de la quería radiactiva. Lo más justo tendría que ser que aquellos otros que nunca han padecido el problema y si, en cambio, se han beneficiado del suministro energético, sean, voluntad propia o decreto, los destinatarios del marrón colectivo. Esta claro, que nadie quiere ser depositario de esta mal irremediable, y que todos los Gobiernos, de todos los colores políticos, se han ido pasando la pelota de uno al otro, con un grado de irresponsabilidad muy manifiesto. Al de ahora, hay que agradecerle que, al menos se haya tirado a la piscina, aunque sea sin agua en la que nadar y guardar la ropa. Si sus gestiones no tienen éxito, busquemos el dictamen del Tribunal que corresponda, con ley orgánica incluida, que permita a la autoridad local que le toque lidiar con el problema, que, al menos, pueda defenderse diciendo: Es la ley y lo tanto hay que acatarla.
Manuel Fernando González Iglesias
Editor de CatalunyaPress y PressDigital
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