Una vez más los catalanes han dado una lección de pragmatismo. Cuando el barco zozobra, o remamos todos o nos hundos. Ante la crisis financiera mayor de los últos ochenta años no caben más juegos de artificio, ni medidas tímidas que intenten contentar a todos. El peyorativamente llamado “buenismo”, basado en mantener a toda costa las prestaciones sociales y garantizar una vida mínamente digna a todas las familias españolas, especialmente a las que se encuentran en paro, es fantástico, y hay que mantenerlo. Pero no soluciona, otro lado, los problemas estructurales de la decaída economía española que necesita, con urgencia, dejar de destruir empleo y cambiar el sistema productivo para comenzar a crear nuevo empleo. Tampoco vale criticar indiscrinadamente todo lo que se hace. Si no más bien, poner enca de la mesa, con generosidad política (¿qué es eso?) las medidas que los partidos fuera del gobierno creen que pueden funcionar. En momentos de emergencia nacional, cuando una pésa actuación del Comisario económico europeo, el socialista Joaquín Almunia, ha disparado la histeria y puesto en cuestión la solvencia de España, hay que hacer un puño y colaborar para difundir, de forma clara y con datos fehacientes, la fortaleza del sistema financiero español, que para nada, ni de lejos, se parece al de Grecia. Grecia tiene dificultades para poder pagar su deuda pública. España no. Y así lo ha explicado en la City de Londres, el Secretario de Estado de Economía, Campa. Ha llegado. Ha dado datos. Y ha convencido. De forma que, tras una semana de histeria (la economía es una ciencia emocional muy vulnerable a la rumorología y a la alarma) lo que peligra es la credibilidad del Sistema Financiero español. Y eso puede hacer mucho daño a la economía nacional que es, en definitiva la economía de todas y cada una de las familias. Hay que plantear soluciones y aplicarlas deprisa. Eso es gobernar. Todos los políticos que tienen asiento en el Parlamento español, aunque no formen parte del Partido Socialista ni del Ejecutivo que Gobierna, tienen la obligación de “ayudar a la gobernabilidad del país”. Para eso les pagamos. Y de ninguna manera, gusta a la ciudadanía ver, como algunos se frotan las manos, cuando en Europa se duda de la solvencia financiera de nuestro país, y eso hace que las familias volvamos a tener más lejos todavía, el horizonte de la recuperación. Señores políticos, faltan dos años para las elecciones. Cuando lleguen los tiempos de campaña, fíjense en el ring, dense puñetazos bajos o altos. Pero hoy, lo que pra, es no destruir más empleo, que no se cierren más empresas, que los bancos vuelvan a abrir el grifo de los créditos, que los emprendedores obtengan ayudas y respaldo económico para arriesgar y crear empleo. Y eso se llama Reforma Laboral. Social pero Reforma.
Concha Minguela
Directora de Gente en Madrid
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