En la Tierra a lunes, 13 mayo, 2024

¿Ideología o dinero?

 

La eterna disyuntiva entre ganar dinero e poner una postura ideológica se observa claramente en la batalla de la cadena latinoamericana Telesur con varias empresas satelitales y de cable que no aceptan distribuir su señal.

 

El presidente de Telesur, el ex ministro chavista Andrés Izarra, ha denunciado insistentemente que los “grandes monopolios” de distribución en Argentina, México y Estados Unidos han puesto “obstáculos” para la transmisión del canal.

 

Según Izarra, citado ANSA, “en México ha sido muy difícil penetrar que la industria la controla Televisa y en Argentina estamos haciendo la pelea, y ahora con la democratización de los medios que adelanta el gobierno gaucho podemos avanzar”.

 

¿Es cierto lo que plantea la cadena de televisión de Hugo Chávez? Probablemente sí. Las respuestas de las compañías distribuidoras son pueriles. Algunas alegan problemas de capacidad y otras admiten directamente que censuran la señal de Telesur su carácter chavista.

 

¿Tienen derecho las empresas privadas a escoger a sus clientes? Por supuesto. Izarra y Chávez pretenden poner la tesis que prevalece en Venezuela, donde las cadenas de televisión y las compañías de distribución viven presionadas una legislación que busca controlar sus contenidos y afianzar el dogma oficial.

 

Las empresas locales tienen derecho a decidir cuáles emisiones internacionales transtan. No hablaré aquí de las aberraciones del sistema audiovisual mexicano, que son muchas; pero es evidente que, desde el punto de vista legal, las compañías involucradas hacen un uso legíto de la libertad de empresa.

 

No hay justificación para aupar al canal propagandístico de una dictadura, sin embargo Venezuela todavía no lo es. Va camino de serlo, es cierto, pero las cosas no deberían llevarse a los extremos. Hecha la salvedad del statu quo venezolano, las empresas de cable y satélite deberían pensar sus operaciones en términos económicos y no politizar el proceso.

 

A fin de cuentas, la audiencia de Telesur —allí donde se ve— es insignificante y el coste político de sus emisiones sería también escaso. Y si fuera lo contrario (y mientras se mantenga el statu quo), deberían permitir que el público diriera la batalla, en un contexto multioferta y plural.

 

Dinero e ideología son dos conceptos polémicos en el mundo de la comunicación. Pero, como los medios son un negocio, con las mismas responsabilidades que cualquier otro, lo verdaderamente honesto sería trabajar a cambio de dinero, brindando un servicio público de calidad, en vez de enrollarse en turbulencias políticas.

 

Telesur fue concebido como un instrumento de propaganda, y para ello cuenta con el respaldo de varios gobiernos izquierdistas. Se supone que las empresas de cable fueron creadas para producir beneficios. Entonces, cada cual a lo suyo, sin perder dinero, y que decida el espectador.

 

MICHEL SUÁREZ,

Periodista y escritor. Experto en televisión informativa.

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