Un mañana del año de Franco de 1971, un joven y melenudo periodista entró acalorado en el despacho del Director de Radio Miramar, en la barcelonesa Plaza de Catalunya y le espetó a su Jefe: “Marcelino, me acabo de enterar que Soler Serrano se viene a trabajar a la emisora. Te pido que me integres en el equipo del programa, que a uno no se le presentan otunidades de aprender como ésta que nos ocupa”. Dicho y hecho. Desde que nació el “Radiobús”, que era la idea que Soler ataba al proyecto, todos los días hubo una entrevistado y una entrevista en cualquier lugar de la ciudad ya que el autobús municipal convertido en rudentario estudio de radio, viajaba toda la ciudad y podía parar donde le apeteciera. Fue una experiencia inolvidable para el relator de esta modesta historia, y una más para Joaquin quien, con el que con el paso de los años se convirtió en un entrañable amigo, ahora llorado todos los que amamos la radio. Ayer, cuando me llamaba José Manuel Salillas, su gran protector, al que había telefoneado la mujer de Soler Serrano para darle la noticia y contarle lo que pasaba, se me vino el mundo enca Se ha ido pobre de solemnidad. Uno más, de los históricos que acaban de esta triste manera, para vergüenza de una profesión, que no sabe, salvo honrosas excepciones, preocuparse de quienes hicieron vivir a sus oyentes la edad de oro de la radio española. No nos lo tengas en cuenta, maestro y amigo.
Manuel Fernando González
Editor y director