La regulación de alentos (tanto para personas como para anales), medicamentos (humanos y veterinarios), cosméticos, aparatos médicos (humanos y anales), productos biológicos y derivados sanguíneos, esos eran hasta ahora las responsabilidades de la agencia estadounidense del medicamento. Con el objetivo de adaptarse a las nuevas tecnologías, la FDA revisará ahora también las apps de salud.
El borrador inicial que la agencia del medicamento de Estados Unidos publicaba en julio de 2011 ha alcanzado una versión definitiva según la cual, este organismo dedicará a partir de ahora parte de sus esfuerzos a someter a controles ‘únicamente las apps que pueden suponer un riesgo para la salud del consumidor en caso de que no funcionen apropiadamente’ o se extraliten en sus funciones como pueden ser aquellas que se vayan a utilizar con los mismos fines que un dispositivo médico (como electrocardiogramas o medidores de glucosa).
De este modo, antes de que una app salga al mercado, deberá contar con el visto bueno de la FDA. Una política que ‘da a los desarrolladores la claridad que necesitan para seguir desarrollando estos tantes productos’ y que se distancia de regular ‘la venta de dispositivos como teléfonos o tabletas, de la misma manera que no regula a los distribuidores de aplicaciones’ como iTunes o Google Play Store. Este hito se suma a que Apple ha empezado a pedir a los de desarrolladores que procionen las fuentes médicas que han empleado para crear sus aplicaciones.
‘Las apps tienen el potencial de transformar la asistencia sanitaria permitiendo a los pacientes diagnosticar a pacientes con enfermedades graves fuera de un entorno sanitario tradicional; ayudando al consumidor a llevar un mejor control de su salud o accediendo a información útil en cualquier momento’, aclara Jeffrey Shuren, director de la oficina tecnológica de la FDA.
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