La Junta Extraordinaria de Prisa se realizó ayer con aparente calma. Poca asistencia –el 42% del capital y una puesta en escena de cara a la opinión pública, pero no para los accionistas, que se saldó con el cierre de la enésa refinanciación de la compañía ¿Y Cebrián y AbrilMartorell? Fueron escasos minutos en los que intercambiaron presiones, pero en ellos el Presidente de Prisa le manifestó a su Consejero Delegado su satisfacción: (‘de la que nos hemos salvado’, dijo en privado) el acuerdo logrado ‘in extremis’ la semana pasada y confió en que fuese el últo antes de completar el pago de la deuda.
La Junta Extraordinaria de Prisa fue tranquila para Juan Luis Cebrián. Es la prera Junta de Accionistas en que cede el testigo a Fernando Abril Martorell como el principal protagonista de las alocuciones. Cebrián expuso durante muy poco minutos y en líneas generales el motivo de la convocatoria –la aprobación del plan de refinanciación, deslizó de manera general algunos puntos del acuerdo y manifestó que buena parte del éxito de estas operaciones está en la mejora del entorno económico, una recuperación en la que él ni sus medios creen, pero a la que ha tenido que aferrarse para salvar los muebles en una situación crítica.
Con un rostro perturbable, propio del Cebrián de las grandes citas, llegaba a las diez menos diez a sentarse en el centro de la mesa de directivos, a su izquierda se sentó minutos después Fernando Abril Martorell, el hombre al que ha confiado el futuro de Prisa. Y es que Martorell ha estado negociando los detalles del acuerdo con el 16% de los acreedores que hasta últo minuto se negaban a dar el plácet al acuerdo. Fue en esta mesa y antes de los discursos que el Presidente de Prisa le manifestó a su Consejero Delegado su satisfacción: (‘de la que nos hemos salvado’, dijo en privado) el acuerdo logrado ‘in extrremis’ la semana pasada y confió en que fuese el últo antes de completar el pago de la deuda. ‘Esperemos que sea la últa’, concluyó.
Luego Martorell contó todos los detalles del acuerdo anter un Cebrián observándole desde el estrado abstraído minutos. Cerca de las once de la mañana se aprobaba finalmente el acuerdo, algo que se daba descontado, y Cebrián –al igual que Martorell intentaban abandonar el salón de convenciones del Museo Reina Sofía con rapidez. Luego de los saludos protocolarios correspondientes, la mayoría con gestores de Prisa y cercanos al capital, un apresurado Cebrián buscaba su abrigo para marcharse. Lo hizo pocos minutos después sin detenerse a intercambiar presiones con nadie. ¿Su últa refinanciación? Al menos él lo espera así.
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