En la Tierra a jueves, 28 marzo, 2024

Información en la red: ¿somos capaces de separar el grano de la paja?

Dos informaciones publicadas en dos medios diferentes en días sucesivos ponen de manifiesto la importancia que las nuevas tecnologías pueden tener en el ámbito de la información y de la formación de los jóvenes. Así, en el diario La Vanguardia se podía leer que la red social Twitter ‘puede ser también un buen instrumento para la docencia universitaria e incluso para los alumnos de bachillerato. Especialmente para crear sinergias, espacios de intercambio y complicidades académicas entre el docente y los alumnos en beneficio de la formación’.

 

El artículo mencionado nos ofrecía algunos datos: El 82% de los internautas españoles entre 18 y 55 años usa las redes sociales, lo que equivale a unos 14 millones de personas. De ellos, el 42% tiene formación universitaria y, el 35% de secundaria. El 56% de los usuarios de Internet usa Twitter fundamentalmente para seguir la información y opinar sobre la actualidad.

 

Existe otro elemento que ha contribuido al crecimiento exponencial en el uso de Internet y de las redes sociales: el desarrollo de los dispositivos móviles que permiten la conexión en cualquier lugar, lo que facilita el rápido intercambio de información entre los usuarios. Estos usuarios tienen hoy la capacidad de acceder a una ingente cantidad de información, a través de múltiples dispositivos, en cualquier lugar y, además, en el mismo momento en el que los acontecimientos se están produciendo.

 

Resulta evidente que el desarrollo tecnológico e Internet y la expansión del uso de Internet y de las redes sociales están ofreciendo un gran número de posibilidades para todos los ámbitos. La interconexión entre los usuarios facilita el intercambio de información, ideas, opiniones… de una forma dinámica. De hecho, a nadie le debe extrañar que en poco tiempo se consoliden como un elemento de información y comunicación en sectores como el educativo.

 

Ahora bien, la existencia de una gran cantidad de información también conlleva un peligro: la dificultad para separar los datos y hechos relevantes de los accesorios o, incluso, para diferenciar entre la información real de la que no lo es. La transmisión de informaciones contradictorias, erróneas o falsas a través de las redes sociales es algo que se puede comprobar a diario. Un claro ejemplo lo hemos vivido durante el seísmo que se produjo en España el 23 de febrero. A través de las redes sociales se difundieron falsas fotografías y datos que muchos, incluso algunos medios de comunicación, se llegaron a creer.

 

Dicho esto, y volviendo al principio, un segundo artículo, esta vez publicado en El País, recogía los resultados del estudio realizado por la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo sobre el uso que hacen los estudiantes de la tecnología. Se trata de un trabajo realizado en 18 países del mundo más dos regiones de Argentina y Canadá (España no estaba entre ellos). Según este estudio, sólo alrededor del 2% de los alumnos del mundo desarrollado llegan a saber seleccionar informaciones relevantes de las secundarias en Internet. Son estos los que, según se señala, demostrarían tener espíritu crítico.

 

Es evidente que la capacidad de discernir qué información es relevante de la que no lo es resulta esencial en el ámbito educativo y formativo. Pues de lo contrario daríamos como hechos o datos ciertos lo que no son. Pero también lo es en el ámbito de la información y de la comunicación.

 

Como explican los expertos consultados en ambos artículos, la labor del profesor, en los ámbitos en los que ya se está produciendo, o ha de producirse, la integración de las nuevas tecnologías en las aulas, es la de conseguir que los alumnos aprendan a seleccionar y filtrar la información relevante de la que no lo es.

 

Hoy, quizá más que nunca, es necesario recordar que una de las tareas de los periodistas es la de filtrar los datos relevantes de lo accesorio para ofrecérselos a unos lectores, oyentes o televidentes, que no siempre tienen la capacidad o el tiempo para analizar la enorme cantidad de información que circula por la red. Una tarea que adquiere mayor importancia en la situación actual de desarrollo tecnológico. Frente a los agoreros que, desde hace tiempo, han vaticinado el fin del periodismo y de los periodistas, al menos como se ha entendido hasta ahora, es necesario reivindicar su papel, si bien, éstos deberán adaptar su labor a un mundo en el que la forma de entender y de acceder a la información ya no es la misma.

 

Gerardo Miguel, consultor sénior de Estudio de Comunicación.

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