En lo político, una de las consecuencias más visibles de la crisis económica que comenzó en 2008 ha sido el nacimiento de lo que se denomina ‘nueva política’. El descontento, la recesión, el deshilachamiento de la clase media, el darwinismo social, culpar al distinto o al inmigrante, la globalización… originan nuevos movimientos, tanto a izquierda como a derecha. La nueva política está representada por nuevos partidos en constante contraposición con lo ‘viejo’, que son los partidos más tradicionales y a los que se culpa de los problemas del país en cuestión.
La comunicación de la nueva política es emocional, con capacidad para construir historias contadas por buenos portavoces que conocen los códigos televisivos y los de las redes sociales. También son buenos en simbología, en lo relacionado con lo visual y en utilizar términos que definan la realidad tal y como ellos pretenden. Así resume Daniel Ureña, socio-director de MAS Consulting y presidente de The Hispanic Council, los principales rasgos comunicativos de las nuevas formaciones políticas en una jornada sobre Comunicación Política organizada por la Asociación de Directivos de Comunicación (Dircom).
Por cercanía geográfica, cabría pensar que el ejercicio de la nueva política sólo tiene cabida en Europa: Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP); Frente Nacional de Francia, movimientos neonazis o xenófobos como PEGIDA en Alemania o Forza Italia; Syriza y Amanecer Dorado en Grecia, Podemos en España… Cierto es que en Estados Unidos no hay ningún partido nuevo, pero la nueva política se está dejando sentir en la campaña para las Elecciones Presidenciales de 2016 de mano de los candidatos: Hillary Clinton por el Partido Demócrata y Donald Trump por el Partido Republicano. Según Ureña, Clinton representa “la continuidad, el establishment”; Trump, por su parte, “representa el rupturismo” con lo antiguo: está absolutamente en contra de todos los que han gestionado el sistema político americano y lo está dejando patas arriba.
Las redes sociales, un gran cambio en comunicación para ambos países
Estados Unidos y España tienen muchas diferencias respecto a la Comunicación Política en campaña electoral. En primer lugar, en Estados Unidos las ventajas de las nuevas tecnologías de la información se integraron mucho antes. “Para la campaña de Barack Obama en 2008, la tecnología ya se utilizaba de forma normalizada, gracias a que su equipo había asimilado las innovaciones tecnológicas de campañas anteriores”, según explica Daniel Ureña. Así es: en el año 2000 la gestión inteligente del email superó al uso de un lento y poco eficiente fax. En 2004, con el nacimiento de los blogs, nació la opinión no profesional. Ya en 2008 las redes sociales como Facebook o Twitter fueron la clave y en 2012 comenzó la gestión del Big Data.
En España, la comunicación política ha cambiado gracias fundamentalmente a las redes sociales y al hecho de que Pablo Iglesias ya era conocido por aparecer frecuentemente como tertuliano en televisión. Así se expresa Juan María Hernández Puértolas, director corporativo de comunicación de Abertis, también presente en la jornada. Hernández, además, resta protagonismo e importancia a los clásicos mítines, diciendo que son “para los convencidos”.
Ureña, respecto a la Comunicación Política en la campaña española, opina que hay un avance en la vídeopolítica y alaba el papel de los equipos de respuesta rápida, que son capaces de atacar las ideas vertidas por el contrincante con spots, sobre todo. Otros cambios destacables para Ureña son el uso de las redes sociales por parte de los candidatos (en esta campaña se ha introducido el uso de Facebook Live, por ejemplo), que los presidenciables apuestan por aparecer en formatos de infoentretenimiento, algo que en España es muy reciente, pero en Estados Unidos no.
En cuanto a la comunicación de los candidatos estadounidenses, en la jornada se ha especificado que la política de Trump es de “eslóganes”, lo que proporciona viveza y rapidez a la actualidad y a su discurso, mientras que la de Clinton es “aburrida”, según publican muchas encuestas norteamericanas. Además, Juan María Hernández cree que Trump se mueve bien por Twitter. “Tiene ocho millones de seguidores y además lo gestiona personalmente”, indica. Su desenvolvimiento en la red social le permite, además, dominar la actualidad.
Los debates en España no influyen en el voto
Una cuestión importante que diferencia las campañas electorales estadounidenses de las españolas son los debates, calificados por Hernández de “cuestión pendiente en España” y de “déficit democrático”, ya que los debates son para los candidatos estadounidenses mucho más naturales que para los españoles. Aunque Ureña coincide, también concede que “se han mejorado los formatos”. En general en España, los debates no suelen influir mucho en los votos del electorado. Sirven, más bien, para asentar los ya ganados.
Ureña explica que en EE.UU. hay mucha gente que no ve los debates, pero que éstos generan mucha información en los medios. En esta campaña, sin embargo, los debates tienen una audiencia monumental gracias al fenómeno Trump, según especifica Hernández. La información generada por los medios en torno a los debates estadounidenses, información acerca de quién ha ganado o perdido, sí ayuda a los votantes indecisos norteamericanos a subirse al carro ganador o no.
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