En la Tierra a lunes, diciembre 23, 2024

Un simple bronceado puede convertirse en una severa y permanente agresión a la piel

La luz solar aporta energía y vitamina D, pero la exposición excesiva y sin control a la radiación ultravioleta (UV) puede ser enormemente perjudicial para la salud. Lo que parece un simple bronceado puede convertirse en una severa y permanente agresión a nuestra piel por la acción de los rayos UVA y de los rayos UVB. Ambos principales causantes de la mayoría de cánceres de piel.

Según una investigación publicada en la revista _Cancer__ Epidemiology, Biomarkers & Prevention_ (CEBP) y financiada por los Institutos Nacionales de Salud y el Hospital Brigham and Womens de Boston (EEUU), las personas que han sufrido quemaduras solares graves antes de los 20 años tienen un mayor riesgo de sufrir cualquier tipo de cáncer de piel [1]. Concretamente, un 80% para el melanoma y un 68% para el carcinoma de células basales y escamosas.

La clave, por tanto, está en la prevención. Pese a que la melanina actúa en nuestro cuerpo como fotoprotector, absorbiendo el 99% de la radiación nociva y transformando esta energía en forma de calor, es necesario controlar la exposición solar y utilizar y aplicar correctamente el protector que más se adecúe a nuestra piel para evitar alteraciones cancerígenas a futuro, tanto en menores como en adultos. Con motivo de la celebración del mes del melanoma y de la prevención del cáncer de piel, los expertos médicos de la aseguradora de salud Cigna ofrecen las claves para elegir la loción solar adecuada y darle el uso correcto:

  • Valorar nuestro fototipo. Se conoce como fototipo a la capacidad de la piel para asimilar radiación solar. La medicina y la cosmética reconocen seis tipos. Cada uno de ellos precisará de una protección diferente según la época del año y nivel de exposición diario. Por ejemplo, las personas con fototipos I (piel muy pálida, generalmente pelirrojos) y II (piel blanca sensible y delicada, con cabellos rubios y claros) necesitarán protección solar todo el año y un SPF muy alto.
  • ¡Cuidado con las pieles grasas! Hay que tener muchos factores en cuenta antes de elegir el protector más adecuado. Si la piel es grasa, se recomienda comprar uno matificante y seborregulador que tenga base de agua o gel para evitar posibles brotes de acné. La piel seca, sin embargo, por su bajo nivel de sebo, requiere una loción con textura gruesa para hidratar.
  • El spf, siempre mayor de 30. Cuando se habla de SPF, se hace referencia al valor numérico que indica el tiempo que una persona puede estar expuesta al sol antes de sufrir quemaduras por radiación. Es decir, con un protector del 20, el nivel de defensa es 20 veces mayor que si no nos aplicamos nada. Lo más recomendable es utilizar un bloqueador solar mayor a 30. Según los expertos, a partir de ahí la diferencia no es muy acusada. Un SPF de 30 absorbe aproximadamente 97 % de los rayos UVB, uno de 50, el 98 % y uno con 100, casi el 99 %.
  • Mejor los filtros minerales. Hay que asegurarse de que no contenga parabenos, oxibenzona, palmitato u otros ingredientes dañinos. Las cremas de filtros físicos inorgánicos son las más seguras, especialmente para los niños, embarazadas y adolescentes en periodos de crecimiento. Por ello, es importante fijarse en que el SPF esté formulado a base de zinc o dióxido de titanio. Se ha demostrado que previene los efectos nocivos del sol.
  • Apostar por los protectores de “amplio espectro”. Muchos protectores solo protegen de los rayos UVB. Dado que tanto éstos como los UVA pueden tener efectos cancerígenos, y que estos últimos son los causantes de las arrugas y envejecimiento de la piel, es adecuado protegerse de ambos y evitar posibles complicaciones.
  • ¿Maquillajes con protector solar? Existen productos y cosméticos con SPF para protegernos del sol. Es cierto que resguardan de los rayos UV cuando se está en la calle en épocas en las que el sol no es tan fuerte. Sin embargo, en verano, se recomienda utilizarlos como complemento de la crema solar, aplicándolos 15 minutos antes de maquillarse.
  • Frecuencia más que cantidad. Se recomienda aplicarse la crema solar de 15 a 30 minutos antes de la exposición. Además, dado que los factores protectores están pensados para proteger durante un tiempo limitado, es importante aplicarse protector cada hora y media o dos horas y después de cada baño. Aunque nos echemos mucha cantidad al inicio, e independientemente de la graduación de esta, lo importante es renovar la protección.
  • Partes básicas de protección obligatoria. En el caso de las cremas o leches solares, la cantidad de producto recomendada por cada parte del cuerpo es la correspondiente a aplicarse una línea de loción en la mano que vaya desde el dedo índice hasta la muñeca. Las zonas más importantes a proteger serán brazos, manos, cara y cuello, tórax, abdomen, hombros, espalda, muslos, piernas, pies y zonas como los empeines, las orejas o la nuca.

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