Como era de esperar, la gala de los X Premios Gaudí de cine se convirtió, la noche del domingo, en un recital de mensajes en favor del independentismo y en contra de la actuación del Gobierno español. El actor David Verdaguer fue el encargado de conducir una politizada gala que desde el primer momento ya recordó a los políticos encarcelados: “Veo a muchas autoridades presentes y a muchas que no están y seguro que querrían estar aquí”, apuntó el presentador de la gala.
De hecho, la organización del acto dejó tres asientos vacíos en los que se recordaba a Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y a Lluís Puig, con una serie de carteles en los que se leía president, vicepresident y conceller de Cultura. Los asientos contaban además con un gran lazo amarillo, convertido en símbolo de solidaridad con los presos independentistas. Muchos de los invitados lucían sendos lazos en su atuendo, cuando no llevaban el traje de ese color, como hizo Montserrat Carulla.
Carulla fue de las más contundentes al exigir la “libertad” de “los compañeros encerrados en cárceles españolas y a los refugiados, forzados, en Bruselas”, además afirmó que “somos una nación y queremos un Estado”. Mercé Paloma, quien recibió el Gaudí a mejor vestuario, en su discurso quiso dedicar el premio al conceller de Cultura, Lluís Puig, amigo personal de la diseñadora. La presidenta de la Acadèmia del Cine Catalá, Isona Passola, fue incluso más allá al apuntar que “ésta podría ser la última gala de los Gaudí”.
Hasta Carles Puigdemont se dejó caer por los Premios Gaudí. Lo hizo a través de un cameo en el video de presentación en el que David Verdaguer abre los ojos y en frente tiene al ex president que le espeta: “David ¡estás en Bruselas!”. El propio Verdaguer deseó suerte a Roger Torrent en su nueva etapa como president del Parlament, y afeó el discurso ambiguo de Ada Colau.
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