Tras varios tropiezos en ficción, TVE parece haber dado en la tecla con La caza. Monteperdido, su nuevo thriller que se emite todos los lunes. La serie, que cosechó un 15,2% de cuota de pantalla y 2,4 millones de espectadores en su primera entrega, significa el regreso a la televisión de Francis Lorenzo, uno de los actores más populares de las dos últimas décadas.
El gallego da vida a Santiago Baín, un inspector de la UCO que acude a Benasque para aclarar la desaparición de una niña junto a su compañera Sara Campos, a la que interpreta Megan Montaner. Francis solo tiene buenas palabras para la actriz, con la que comparte multitud de planos a lo largo de la temporada: “Trabajar con Megan es un placer, es una mujer extraordinaria. Nunca había trabajado con ella y es un absoluto descubrimiento, tiene una sensibilidad y una cercanía que llaman la atención”, destaca.
Para prepararse el papel, Lorenzo se reunió con agentes de la UCO, algo que le dejó profundamente marcado. “Me quedé impresionado con su nivel de preparación, descubrí verdaderos profesionales con una humanidad que me llamó la atención. Yo tenía una duda muy seria con mi personaje porque no interrogaba a asesinos, sino a una niña que acababa de salir de un zulo. Les pregunté cómo lo hacían ellos y, como sabían que yo era psicólogo, me dijeron que utilizase mi psicología, que es lo que hacían ellos”, rememora, indicando que le “ayudaron mucho a darle humanidad a mi personaje, así que mi gran reto es no decepcionarles”.
Con tantos trienios dedicados a la interpretación a sus espaldas, Francis Lorenzo es una voz autorizada para analizar cómo ha cambiado la ficción en los últimos años. El actor cree firmemente que la industria audiovisual española se ha quitado los complejos y apunta una interesante teoría acerca de por qué se ha producido este cambio de paradigma: “Llevamos mucho tiempo haciendo ficción y en España hay mucho talento así que, cuando a los profesionales se les ha dado la opción de trabajar y formarse, los productos han crecido mucho”.
En su opinión, la clave reside en que “antes, un actor estaba en una función de teatro durante seis meses y luego hacia una peliculita en la que trabajaba tres semanas, mientras que ahora, se trabaja en un producto un año, dos o cinco”. “Cualquier actor joven que pueda trabajar todos los días durante cinco años, a nada que tenga un poco de talento, crece exponencialmente”, añade.
Pero Lorenzo también pone mesura ante tanta emoción. “Cuidado porque nos podemos perder. Aquí ha habido un complejo de llamar a los de cine para que hagan ‘la gran cosa’ en la tele… Bueno, hay gente de tele que lo hace muy bien, no perdamos eso”, advierte, señalando que “no podemos hacer otra vez Médico de familia ni Compañeros pero podemos coger esa esencia con personajes actuales y, ahí sí, nos dejaremos de tonterías y nos quitaremos la caspa”.
Por último, Francis revela que podría volver a conducir un programa próximamente (“probablemente haya algo en mi cabeza pero no lo puedo contar hasta que no lo tenga cerrado”) y reflexiona sobre su marcha de Médico de familia: “Me fui a hacer un late night que se llamaba Efecto F. Yo estaba muy bien en Médico de familia pero me dijeron ‘te vamos a hacer una estrella’… Y casi me estrellan de por vida. En esta profesión, tienes que aprender de todo lo que te toca, hay que arriesgar”.
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