Hace unos días en la localidad serrana de Las Rozas de Madrid, me contaba mi amigo Vicente, padre de Nacho, que han abierto un nuevo sitio de juego, esta vez sobre las cenizas de una cafetería que cerró ‘la puerta’. En ese local, en el de entonces, se había visto al fantasma de la ópera cantar sus últimas, y levitar las copas encima del torso de una dama desnuda, templando su cuerpo al sol, ahora te pasan tapas y cervezas gratis para invitar a los jóvenes a la perdición. Las casas de apuestas se ocultan detrás de las vergüenzas de una sociedad ramplona, que cede sus hijos al gobierno de los Ceaucescu del Barrio del Pilar, dice el aserto rumanoide.
En la clase del colegio del hijo, del amante de su señor, le dicen a los infantes: ‘esto de chupar es como lo de cantar’… cañerías de seres que deberían seguir con su virginidad intacta, locura que hace que todos seamos iguales, del mismo color, del mismo sabor y del mismo estupor. ¡Vaya flipadas se están marcando!
Pues bien, como lo de las apuestas me preocupa, y lo de aprender a chupar con 7 años, también, llamé a las casas de apuestas, a las que tienen la mayor presencia en el sector. El comentario fue atronador: ‘NO HABLAMOS’. La entrevista iba encaminada a que nos contasen en qué gastan los pingües beneficios, y cómo ayudan a los jóvenes a recuperarse de las ludopatías creadas por sus negocios, de los que, la Responsabilidad Social no representa nada y les importa menos. Sólo una agencia, la de Sportium, ante nuestra llamada, y el comentario de que habían cerrado una de sus sucursales en la calle Azcona de Madrid, nos llamaron para decirnos que sí, que querían contarnos. Hoy, Alejandra nos llama desde la agencia de Sportium (B&M), y nos dice que: ‘después de valorar la posibilidad junto con el cliente, de haber tenido sesudas reuniones, hemos decidido, NO HABLAR…
Para los que les interese:
Estrenamos un Gobierno lleno de Ministros sin ocupación conocida. Pero, por suerte Alberto Garzón, nos vamos de excursión, se puede ocupar de estas pequeñas ludopatías que nos tienen sin dormir. La calle Bravo Murillo de Madrid, está plagada de sitios infectos en los que se construyen las peores pesadillas, como otras de la geografía española. Los periodistas estamos obligados a contarlo, y a que se sepa la verdad. La pena es que ya todo es normal, y esto es claramente una anormalidad, como decir que se debe beber cerveza porque no es alcohol. ¡País!
Decía en sus mensajes indescifrables mientras esperaba…
Y ella esperaba al calor de la lumbre, mientras su amado cocinaba el pollo podrido de hacia varios meses guardado en la fresquera. La caseta guardaba olor a madera húmeda, además de diversos enseres para arreglar aquel jardín del que a duras penas la hierba era recortada. Las macetas florecían, con agujeros roídos de ratones juguetones… ¡Ahhhh!, de pronto en el bolso. Mamá, socorro… Esto más o menos,es lo que me mandaba un escritor joven en un intento… ¡Me gusta! Que siga la fiesta.
pedro aparicio Pérez
editor y director de prnoticias.com
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