En la Tierra a jueves, 28 marzo, 2024

La prótesis de titanio que reconstruye el hueso maxilar superior

La Unidad de Cirugía Oral, Maxilofacial e Implantología del Hospital La Luz dispone de diferentes alternativas terapéuticas para tratar con éxito la atrofia maxilar severa

El proceso de masticar requiere de la acción conjunta de los dientes del maxilar superior e inferior, la mandíbula. Nuestros dientes pueden perderse de diferentes formas, ya sea por caries, una enfermedad periodontal, un traumatismo o incluso como consecuencia de un tumor. El problema es que, si perdemos los dientes del maxilar superior, con el tiempo desaparece también el hueso que los sustenta, el hueso alveolar.

De forma que, sin este hueso, resultará imposible implantar nuevas piezas dentales que sustituyan aquellas que hemos perdido. Este problema, conocido como atrofia maxilar severa, se ha solucionado a lo largo de la historia de la cirugía maxilofacial de diferentes formas.

La Unidad de Cirugía Oral, Maxilofacial e Implantología del Hospital La Luz ofrece la posibilidad de implantar una prótesis o malla de titanio a medida de cada paciente que restituye la función del hueso alveolar y así fijar los nuevos dientes. La principal ventaja de esta técnica es su inmediatez, el paciente recupera su dentición definitiva en muy pocos meses.

El hueso del maxilar superior, si carece de piezas dentales, pierde con el tiempo anchura, grosor y altura. Hasta el punto en el que ni siquiera las dentaduras postizas son capaces de solucionar el problema. E incluso lo agravan. Así lo indica Néstor Montesdeoca, jefe Asociado de servicio de Cirugía Oral, Maxilofacial e Implantología del Hospital La Luz. “El movimiento de esa prótesis contra los dientes de la mandíbula causa pequeños traumatismos que aceleran la desaparición del hueso”. Afortunadamente, existen diferentes formas de tratar la atrofia maxilar severa.

Para empezar, es posible utilizar injertos de hueso del propio paciente para restituir el del propio maxilar superior. Las zonas donantes pueden ser tanto la cadera como la calota craneal, es decir, la parte exterior del cráneo. Esta técnica, aunque efectiva, tiene varios inconvenientes. Según informa el doctor Néstor Montesdeoca, “se necesita abrir un segundo campo quirúrgico, no solo intervenimos la boca sino también la cadera o el cráneo y hace falta esperar bastante tiempo, prácticamente un año, para recuperar la dentición”.

El siguiente avance fue utilizar los llamados implantes cigomáticos que pueden provocar sinusitis severas. La tercera alternativa es el uso de un implante o malla de titanio que soporte el maxilar superior atrófico o directamente perdido. Esta malla está hecha de titanio por ser un material biocompatible. “Decimos que es biocompatible cuando el hueso es capaz de pegarse al titanio. El hueso vivo es capaz de crecer sobre la superficie del titanio”, explica el doctor José Luis Cebrián, jefe Asociado de servicio de Cirugía Oral, Maxilofacial e Implantología del mismo centro.

Esta malla de titanio da soporte al labio superior, que permanece hundido cuando el maxilar se atrofia casi en su totalidad. A su vez, restituye la anatomía del proceso alveolar. “De forma que se apoya específicamente sobre las partes del hueso maxilar que son más densas y duras para que soporten la carga”, asevera el doctor Montesdeoca. La estructura se ajusta a las medidas de cada paciente. “Nuestra unidad dispone de un escáner facial que permite obtener fotografías tridimensionales de la cara del paciente, de su estructura ósea y sus dientes”, afirma el doctor Cebrián.

Una vez adaptada la malla de titanio, el siguiente paso es fijarla. “La fijamos con unos tornillos también de titanio al hueso más duro del maxilar y simplemente le damos cobertura con la mucosa que hemos levantado”, explica José Luis Cebrián. La propia malla incorpora las conexiones o “huecos” sobre las que se insertarán posteriormente las nuevas piezas dentales. Como recuerda Néstor Montesdeoca, los implantes dentales van integrados a la propia estructura de titanio. “El implante no va enterrado en el hueso. La conexión va integrada a la malla de titanio”, indica. Por otro lado, la prótesis tiene cierta capacidad de osteointegración, es decir, de fijarse al hueso remanente que queda del maxilar.

Gracias a esta prótesis el paciente puede recuperar sus dientes en un periodo muy breve de tiempo. Ya que, como afirma Néstor Montesdeoca, “no necesitamos que se integre el implante en el hueso. La rigidez proviene del propio soporte pasivo de la malla en el hueso remanente, sumado con el anclaje que hacemos con los tornillos de titanio en el hueso”. Un mes después de la operación se coloca al paciente una prótesis provisional, hecha de resina. “Cuando vemos que el paciente come bien con ella puesta, la estética le gusta y comprobamos que no tiene ningún fallo estructural fabricamos entonces la versión definitiva de cerámica”, señalan estos expertos.  

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