Isabel Díaz Ayuso, con una estrategia trazada por Miguel Ángel Rodríguez, mueve ficha para liquidar a José Pablo López y a su escudero, Jon Ariztimuño.
López, que se las había prometido felices hasta 2023, ha cometido otra nueva torpeza: no haber visto venir, que el resultado del 4-M iba a laminar su papel al frente de la Corporación pública madrileña.
Aunque la propuesta de modificación de los estatutos de Telemadrid tiene que pasar todavía trámites parlamentarios, se da por hecho que saldrá adelante con el apoyo de PP y Vox, que tampoco ha mostrado ninguna simpatía por la gestión de López.
La jugada para quitar el poder a López, diseñada por empeño personal por el propio MAR, pasa por bordear y soslayar la figura del presidente con un puesto directivo superior. O, lo que es lo mismo: si no puedes moverlo, puentéalo.
La desaparición de Ciudadanos -principal trinchera defensiva de López y los suyos- ha terminado de acelerar el proceso. En la Puerta del Sol son conscientes de que la izquierda madrileña pondrá el grito en el cielo, no tanto por defender a López, como por atacar a Ayuso. Pero, aseguran, cuentan con ello y están preparados para afrontar la batalla.
Una lucha que podría sustanciarse en un ‘súper-controlador’, para el que algunos apuestan por Álvaro Zancajo, protagonista de extrañas maniobras desde su salida de los Informativos de Canal Sur meses atrás. El antiguo presentador de Antena 3 se marchó de la autonómica andaluza partiendo peras hasta con los populares y con el único amparo de Vox.
Tras su salida de Canal Sur, Zancajo recaló en OKDiario para activar su proyecto de ‘streaming’, del que pronto se desentendió a pesar de continuar figurando nominalmente como responsable del mismo. Prácticamente de un día para otro, Zancajo avisó de su marcha y solicitó la reincorporación a TVE. Un movimiento que algunos atribuyen a un posible pacto para facilitar su entrada a Telemadrid.
El problema, según parece, es que el fichaje de Zancajo al frente de Telemadrid no acaba de ser bien visto por el PP nacional, donde pesa la opinión del PP andaluz y, en especial, de su hombre fuerte, Elías Bendodo, que no puede ver al periodista ni en pintura.
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