Miguel Barroso ha tenido su primer tropezón serio en el Ejecutivo de Pedro Sánchez. El considerado como ‘súper asesor’ del sanchismo ha tenido que tragarse la designación de Miguel Ángel Oliver como presidente de la Agencia EFE. Todo un insulto para él, responsable de la liquidación política de Oliver como secretario de Estado de Comunicación en el verano de 2021.
El nombramiento ha puesto extremadamente nervioso a Barroso, que lo ha hecho sentir a su estilo: dirigiendo toda la munición del Grupo Prisa contra Oliver y, de paso, contra el Gobierno de Pedro Sánchez, dónde, por otro lado, cuenta con destacados peones en La Moncloa.
Los editoriales y las columnas de El País, la SER y otros medios vinculados, de una u otra manera al complejo Barroso, han vomitado todo tipo de fuego sobre Oliver. Lo llamativo, reconocen los analistas del sector, es que Prisa haya descubierto, de repente, un juego en el que el sanchismo está siendo especialista desde sus inicios.
No faltan quienes recuerdan que el bombardeo de Oliver responde al enfado de Barroso por una pérdida de influencia en su campo favorito. Además, también se apunta a otra pérdida: la de un peón vinculado a Prisa como Gabriela Cañas, procedente de dicho grupo. El enfado de Barroso, por tanto, tiene varias motivaciones: no se le consultó el nombramiento; se contó para el mismo con un ‘liquidado’ por él años atrás; y perdió a uno de sus operativos en la agencia estatal, la más influyente en los países de habla hispana.
A pesar de todo, y del recorte de influencia que Barroso ha detentado en los últimos años, su Corte todavía cuenta con amplia presencia en el entorno presidencial: Francesc Vallés como secretario de Estado de Comunicación y Óscar López como jefe de gabinete de Presidencia son los más destacados.
Otro tema aparte es la ‘supervisión’ que Barroso mantiene sobre TVE a través de su división audiovisual, Prisa Media, con José Miguel Contreras al frente. Precisamente, en la cadena pública diversos allegados a Barroso han encontrado acomodo y sustanciosos contratos. A los Migueles se les presenta un principio de final de temporada muy ajustado. Van a tener que lidiar, no sólo con los de siempre, los llamados medios de derechas, ultraderechas o reaccionarios, si no con los inconfesables deseos de nuevos peones que saltan desde la coalición para ganar protagonismo que les lleve a tocar poder. Hay mucho por repartir y en Cuba lo saben bien.
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