¿Qué está pasando en España? Es la pregunta que se hacen en muchos países tras los últimos acontecimientos políticos vividos en el país. Y es que, según parece, la imagen de Pedro Sánchez, actual presidente del Gobierno, comenzó a ir a la deriva desde la amnistía la cual dilapidado gran parte de la magnífica imagen que atesoraba en el exterior, particularmente, en las instituciones europeas, pero también en plazas tan lejanas como Nueva York.
No obstante, la imagen de Sánchez empezó a resentirse en septiembre, cuando forzó al Parlamento Europeo a debatir si el catalán, el euskera y el gallego debían considerarse lenguas oficiales de la UE. La petición, auspiciada por Junts y ERC, se topó la negativa de Bruselas, y levantó recelos en los pasillos de la capital belga. Una maniobra del presidente español que fue un aperitivo de lo que vendría después, la ya mencionada ley de amnistía,
Secuelas de la última acción de Sánchez: cinco días de reflexión
Pero bien, por si esto fuera poco para España, la reciente decisión de Pedro Sánchez de continuar en La Moncloa anunciada hace una semana tras los cinco días que se tomó para reflexionar si le merecía la pena ser presidente del Gobierno o no, ha tenido unas consecuencias inmediatas y otras que con seguridad vendrán en los próximos meses. Y es que, “una marca país es mucho más que un simple logotipo o eslogan. Es como la personalidad de un país y abarca diversos aspectos, desde la cultura y la historia hasta la economía y la sociedad” afirman los expertos.
En concreto, cabe destacar como una de las primeras y más reseñables consecuencias de la indecisión demostrada por Sánchez, ha sido la fractura política. que ya vivía España y que todavía se ha ensanchado más. Quienes pensaban que Sánchez es un político interesado únicamente en el poder han visto reforzada su opinión y creen que, en una pirueta definitiva, ha utilizado a su familia para un fin personal.
Mientras que, quienes veían a un líder de primer nivel que ha estado a punto de un sacrificio injusto subrayan el lado humano de un político al que se le atribuía no tener fisuras. Por tanto, si Sánchez pretendía abrir un debate sobre los límites del debate político y los bulos, para salir favorecido y frenar los comentarios sobre él y su familia, no hay ningún indicio de que lo vaya a lograr. Es más, el PP y Vox han endurecido aún más su discurso.
Sin embargo, se trata de una división que no es únicamente externa y a nivel social. La crisis ha dejado al menos dos devisiones internas. En primer lugar,ha dado lugar a un continuo debate en una organización que ya ha tenido graves traumas internos cuando ha abordado relevos en su dirigencia. Y, en segundo lugar, el núcleo político más próximo a Sánchez (María Jesús Montero, Félix Bolaños y Santos Cerdán), que conoció la decisión de su continuidad poco antes que el resto de los españoles, ha demostrado ser síntoma de una confianza poco demostrable.
Una situación de recelo y dudas que ha alcanzado hasta a los partidos independentistas, seguidores fieles del presidente del Gobierno..Una vez que Sánchez ha hecho el diagnóstico de que España necesita una “regeneración”, sus aliados le urgen a tomar decisiones pronto a través de iniciativas que seguro serán polémicas en una legislatura ya muy compleja y marcada por la ley de amnistía.
En definitiva, está claro que Sánchez ha perdido el apoyo europeo tras dañar los valores de una imagen que España ha tardado tantos años en reconstruir y que, además, está arrastrando la economía del país. Desde 2023 vivimos en un artificio económico, donde Sánchez quiere responsabilizar del deterioro a la guerra de Ucrania o la crisis energética, pero se olvida de que el empeoramiento de la economía surgió antes de la guerra, además de que la crisis generalizada tiene mayor importancia en España por el empecinamiento ideológico absurdo de Sánchez.
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