La editorial Tecnos ha publicado recientemente el estudio colectivo Vulnerabilidad y comunicación social. Fragilidad humana en la esfera pública, firmado por 35 especialistas de universidades españolas para abordar la comunicación social. Con un prefacio del Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, la obra está coordinada por el catedrático de Ética de la Comunicación en la Universidad CEU Cardenal Herrera (CEU UCH) de Valencia, Hugo Aznar Gómez, y el profesor del Departamento de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de La Laguna, en Tenerife, Rodrigo Fidel Rodríguez Borges.
Para los coautores del estudio, es fundamental que los profesionales y los académicos reconozcan y respondan a las diversas formas de vulnerabilidad, para promover una comunicación ética, inclusiva y justa. Para ello, el manual aporta las claves para una comunicación responsable e inclusiva de la vulnerabilidad y la fragilidad en la esfera pública.
“Si haces una comunicación que mejore el mundo, estás haciendo un mundo mejor. Visibilizar y dar voz a los aspectos y a las personas más vulnerables es contribuir a un mundo mejor. El día que lo haces por algún motivo te sientes renovado o renovada por dentro, más lleno o llena, y no se te olvida ya.”, explica Hugo Aznar, coautor del libro. “Los profesionales de los medios viven muy focalizados en la parte más brillante y glamourosa de la esfera pública, aunque ellos mismos no habitan en ella. Poner el foco en los otros lados o aspectos de esa esfera pública es hacer una comunicación más humana, donde es más fácil encontrarnos todos”.
Consultado por PRNoticias, Aznar profundiza en la responsabilidad de las agencias y los departamentos de comunicación a la hora de comunicar ciertos temas, en los riesgos éticos que la profesión conlleva y en la importancia de construir narrativas que respeten la fragilidad humana.
¿Qué te inspiró a abordar el tema de la vulnerabilidad humana en relación con la comunicación social?
Como profesor de ética de la comunicación llevo ya muchos años ocupándome de estas cuestiones y ampliando el foco de atención de esta ética, que anteriormente se venía vinculando casi exclusivamente a la cuestión política y el tema vinculado de la imparcialidad u objetividad, que es fundamental pero no agota el tema de la ética comunicacional del siglo XXI. De manera más puntual, el proyecto del libro surge del lanzamiento por la Editorial Tecnos de una Colección específica de Ética de la Comunicación, que está a mi cargo. La idea de esta Colección es ir abordando estas cuestiones en futuras publicaciones, con lo que este libro sería un poco como un primer paso de lo que habrá de venir con más desarrollo, colaboradores, etc.
En el libro, habláis de la fragilidad humana en la esfera pública. ¿Cómo defines esta fragilidad en el contexto actual de la hiperconectividad?
Vulnerabilidad significa la condición de ser herido o dañado. En el ámbito de la comunicación este daño no es tanto físico cuanto psicológico: falta de respecto, invisibilización, daño a la autoestima, no reconocimiento, etc. Esto quiere decir aquí fragilidad, la menor fortaleza de muchas personas y colectivos a la hora de hacerse presentes y de ser respetados en un entorno guiado por intereses y fines muy ‘agresivos’: dinero, fama, éxito, etc. y de profesionales centrados en estos valores.
¿Qué papel juega la comunicación social en la gestión de la vulnerabilidad en tiempos de crisis o desinformación?
Hoy prácticamente todo es comunicación. Prácticamente todas nuestras relaciones humanas, y más aún profesionales e informativas, están mediadas por la comunicación. La plaza del pueblo ha pasado a ser la plaza virtual de la esfera pública. Cuando los medios eran menos relevantes estaban ocupados sólo en los poderosos, los famosos y la gente con glamour. Los vulnerables sólo salían en caso de catástrofe, suceso, interés humano, etc. Aún sigue ocurriendo esto en gran medida, pero en la plaza virtual todos tienen derecho a estar y aparecer. La comunicación social debe reconocer este espacio propio a los más vulnerables y la vulnerabilidad en general, que es nuestra condición humana verdadera. Estos temas van a ir ganando cada día más espacio.
¿Cuáles son los riesgos éticos más frecuentes que observas en la comunicación social moderna?
En general, el más importante hoy y que plantea un reto fundamental a nuestro ordenamiento social y nuestra supervivencia como sociedad es la desinformación, la pérdida de confianza en la prioridad y el valor del esfuerzo por buscar, encontrar y comunicar la verdad. Junto a ello han surgido también los discursos de odio que suelen centrarse en las personas y los colectivos más vulnerable y que están haciendo mucho daño no sólo a estas personas, sino a la convivencia y la tolerancia democráticas. Es importante que todo el mundo se dé cuenta de que es vulnerable. ¿Qué sentido tiene entonces hacer daño a través del odio? Siempre habrá gente que lo haga pero es importante reducir la pregnancia actual de estos discursos llenos de agresividad y violencia potenciales.
¿Cómo pueden las agencias de comunicación abordar la vulnerabilidad humana sin caer en la explotación emocional?
Lo primero empatía sincera, capacidad para ponerse en el lugar del otro, para lo cual es fundamental darnos cuenta de que todos somos vulnerables y lo que cambia es el tipo o los tipos de vulnerabilidad que nos pueden afectar a cada uno. Lo segundo, respeto y reconocimiento del otro: no usar la vulnerabilidad y el dolor ajeno como medio para obtener un fin, para el discurso paternalista de la lágrima fácil o la curiosidad morbosa para subir audiencia.
Los departamentos de comunicación de las empresas tienen un impacto directo en cómo se perciben estas en la sociedad. ¿Qué responsabilidad tienen a la hora de construir narrativas que respeten la fragilidad humana?
Esto depende mucho del sector en que trabaje cada empresa. Cada empresa trabaja con un ámbito productivo específico y, dentro de su política de RSC, puede identificar a los colectivos vulnerables más relacionados con cada área. En el libro se abordan un buen número: medio ambiente, verdad, infancia, salud, salud mental, mayores, mujeres, etc. En la Colección vamos a ir sacando volúmenes sobre cada uno de estos temas.
¿Cómo crees que las redes sociales han transformado la forma en que se perciben y comunican las vulnerabilidades sociales?
Como siempre, para bien y para mal. Para mal se han llenado de trolls que esparcen, como decía antes, sus discursos de odio, que suelen ir dirigidos contra personas y colectivos con algún punto débil, con alguna fragilidad. Los cobardes se crecen así frente a los débiles, para esconder su propia debilidad; y ahora además a través del anonimato que permiten las redes. Pero las redes también han hecho mucho bien antes de esta moda del odio y lo seguirán haciendo después. Han servido para visibilizar y articular redes entre las personas que tienen alguna vulnerabilidad, han encontrado aquí los contactos, los contenidos y el reconocimiento que no habían hallado en los medios tradicionales, centrados en políticos, futbolistas y modelos.
En un entorno mediático tan competitivo, ¿es posible equilibrar la autenticidad con la presión por captar la atención?
Si se hace bien se pueden conseguir ambas cosas. Hace unos años el minuto más visto de televisión (quitando algunos goles del futbol) fue una mujer con síndrome de down preguntándole en prime time al presidente del gobierno sobre sus derechos laborales: arrasó en audiencia y subió la autoestima de millones de personas (las personas con síndrome de down y otras discapacidades, sus familiares, sus amigos, etc.). O, por ir al otro extremo, la película Campeones: puedes arrasar en audiencia, hacer reír y poner en el mapa a personas antes invisibilizadas. Que estos temas no interesan es uno de los dictums de los medios tradicionales que hay que cambiar, que están cambiando, como lo pone de relieve nuestro libro.
Seguiremos Comunicando…