Las autoridades europeas de protección de datos han publicado su primer dictamen conjunto para alertar sobre el uso de drones (Sistemas Aéreos No Tripulados), ya que consideran que presenta riesgos potenciales para la privacidad debido a su capacidad para recoger y procesar datos personales. Asimismo, en este manifiesto reflejan la necesidad de ‘promover un marco que garantice no sólo la seguridad en vuelo, sino el respeto por todos los derechos fundamentales’. ¿Sugiere este dictamen que el dron es el nuevo villano de la privacidad? Ante esta perspectiva, en prnoticias analizamos los pros y los contras de un dispositivo que nació como una letal arma militar, cuyos daños colaterales llamaron la atención de la comunidad internacional por su crudeza, y que hoy se ha convertido en una herramienta audiovisual indispensable y un futuro ‘mensajero’ si se tienen en cuenta las propuestas de empresas como Amazon o UPS (Amazon ya cuenta con el permiso de la FAA para hacer pruebas en la entrega rápida de pedidos en su Amazon Prime).
Los orígenes del dron
Su nombre en inglés (drone) significa zángano o abejorro y tiene sus orígenes en los años 30, cuando Reino Unido desarrolló un avión controlado de forma remota para realizar prácticas de tiro antiaéreo. Este aparato fue denominado ‘The Queen Bee’ o ‘La abeja reina’. A Estados Unidos le gustó la idea y comenzó a desarrollar su propia versión, a la que denominó drone. Surgió entonces una potente arma de guerra, el dron, muy cuestionada, que ahora se ha convertido en un aparato al servicio de fines lícitos y a disposición de todos los ciudadanos (los más básicos cuestan solo unos pocos cientos de euros). Estos drones no tienen mucho que ver con sus hermanos mayores, preparados para la guerra, pero cuentan con el mismo sistema de control de vuelo automático o semiautomático, lo que les permite permanecer volando de forma autónoma desde unos minutos hasta horas.
Vigilancia, seguridad, investigación, sanidad, producción audiovisual o logística son algunos de los sectores donde los drones cuentan con multitud de funcionalidades: vigilancia de eventos, tráfico o manifestaciones; de terrenos agrícolas o en agricultura de precisión; rescate de personas, extinción de incendios, transporte de mercancías, grabación de imágenes, reparación de grandes infraestructuras o como servicio médico de emergencias. Las posibilidades son infinitas, aunque todavía falta una legislación estable que regule su utilización y un desarrollo que les otorgue de una mayor autonomía. En este aspecto, el sentido común es una de las máximas que hay que aplicar a la hora de poner en funcionamiento un dron.
La legislación, la asignatura pendiente
Como decíamos, la falta de legislación para regular las funciones del dron es todavía una asignatura pendiente. Las empresas son las que, en este caso, están reclamando en todo el mundo que se normalice este dispositivo, por lo que los gobiernos están, poco a poco, comenzando a legislarlo. En este sentido, en nuestro país actualmente está vigente el Real Decreto-ley 8/2014, de julio, donde se aprobaron medidas urgentes, de carácter temporal, para las operaciones (realización de trabajos técnicos y científicos) de aeronaves pilotadas por control remoto con peso inferior a 150 kg. El proceso de tramitación de esta Ley culminó el 17 de octubre de 2014, cuando se publicó en el BOE la Ley temporal 18/2014. Es la primera norma en España para el uso comercial de Sistemas Aéreos No Tripulados
El reto está, precisamente, en elaborar una normativa permanente y global que sea permisiva para agilizar el uso de los drones, pero que no comprometa la seguridad del espacio aéreo y de la privacidad de las personas, algo que asusta, como ya contábamos al principio, a las autoridades europeas de protección de datos. Y es que su uso puede favorecer el reparto de drogas o el atentar contra la privacidad de los ciudadanos (las celebrities, por ejemplo), además de suponer un peligro para la población si en un momento dado fallan en su vuelo. Por eso, esta normativa temporal pretende minimizar las consecuencias ante posibles accidentes y proteger la intimidad de los ciudadanos, a la vez que pretende evitar estas malas prácticas que surgen de su uso.
La era del dron
¿Cuándo se popularizó el uso de los drones? Las primeras informaciones de una persona que los utilizó para un fin común apuntan al físico Paul Wallich, un profesor de Yale que, cansado de pasar frío cada vez que acompañaba a su hijo a la parada del autobús que lo llevaba al colegio, decidió armar un dron con piezas que había comprado a través de internet. Lo equipó con un teléfono móvil que enviaba imágenes en tiempo real a través de un videochat y, sin darse cuenta, se convirtió en noticia. A partir de ahí se ha incrementado considerablemente el número de operadores de Sistemas de Aviones dirigidos por Control Remoto (RPAs). Y la cifra sigue creciendo, sobre todo desde la citada ley temporal de octubre de 2014.
En Europa existen unos 5.000 de RPAs. En España la cifra supera con creces los 100 (desde las más grandes, como Airbus o Indra, por ejemplo, a las más pequeñas, que están desarrollando tecnología muy innovadora para estos dispositivos). El informe ‘Drones: high-profile and niche’ de Deloitte pronostica que el mercado no militar del dron para este 2015 obtendrá una cifra global de negocio de entre 200 y 400 millones de dólares, lo que supone una estimación de 300.000 unidades vendidas a lo largo de todo el año. Además, la Comisión Europea calcula que en 2050 esta industria generará alrededor de 150.000 empleos y obtendrá aproximadamente unos 15.000 millones de euros al año en beneficios.
Producción Audiovisual: una de las grandes beneficiadas por los drones
Obtener noticias de manera rápida y efectiva sin poner en peligro la integridad del periodista, sobre todo cuando se trata de emitir imágenes en tiempo real desde lugares de difícil acceso, o conseguir imágenes espectaculares para fines publicitarios o cinematográficos son otras de las funciones del dron. En España en esta industria los utilizan, sobre todo, pequeñas productoras como La Sombra Producciones que realizan vídeos de promoción turística, videoclips o para dar cobertura a eventos culturales y deportivos. El mayor escollo con el que se encuentran es la legislación, aunque sí es verdad que el aplicarla sirve de criba para que solo puedan utilizar esta tecnología los profesionales. Y es que los drones deben ser utilizados a la luz del día y con condiciones meteorológicas favorables, alejados de núcleos de población, edificios o espacios aéreos no controlados, entre otras directrices.
Por eso, Nacho López, operador de cámara de La Sombra Producciones, asegura que los drones han encontrado su sitio en la industria audiovisual, sobre todo para la grabación de imágenes aéreas que pueden dotar de una espectacularidad sin precedentes a cualquier video noticia, vídeo corporativo o reportaje, debido al bajo coste de los recursos que se obtienen a través de ellos (hasta ahora estas imágenes solo podían obtenerse utilizando helicópteros, lo que suponía una inversión para los clientes de una media de 2.500 euros cada media hora, mientras que con los drones este coste se reduce hasta los 250 euros).