En la Tierra a lunes, junio 17, 2024

COMBATES DE BOXEO EN LA RADIO

He pasado catorce años de mi vida  en la Radio. He visto amanecer muchas mañanas. He contaminado el micrófono con la adrenalina de esos cafés de máquina, cargados con una cafeína infame y sin denominación de origen controlada. En las redacciones no existe control contra el dopaje, pero si lo hubiere los análisis detectarían la presencia excesiva de los metales con los que están hechos  los micrófonos de mesa. Si dicen que Carlos Herrera mea radio, es que le han visto residuos precipitados de alguna sustancia eléctrica y fosforescente, esa que hace que las cosas se vean en tu cerebro sin necesidad de abrir los ojos.

 

No existe periodismo más cálido, más instantáneo y fragante que el que se difunde las ondas, hoy de la efeeme, mañana de la radio digital. La radio es romántica, mientras que la televisión es aristocrática tirando a meretriz con cierto estilo, o con ninguno. Trabajar en la radio es como estar subido a un ring ante Ringo Bonabena. En un segundo puedes ganar la gloria o besar la lona con la sangre de tus cejas. Eso sí, los ganchos se ven en cámara lenta y si no lo esquivas te da tiempo a contemplar un futuro de hospital y gnasios húmedos. Es como la visión del ahogado pero al revés, que no hay pasado si escuchan al árbitro llegar hasta diez.

 

Como dijo Carol Oates, el boxeo es el dete al que aspiran todos los demás detes. De la misma forma,  el micrófono es la herramienta que te legita de vida, o te retira la licencia. Cuando encuentra hueco, el redactor de la radio  suelta una combinación de golpes –bumbum, bum, dos de izquierda y una derecha atroz,  y se pone a pensar en el próxo asalto. En ese compás tienes un destello de la raza, la fuerza y los reflejos de un púgil.  Yo lo he viso algunas veces. La últa fue el lunes. Ángel Rodríguez entró como un puma en el estudio de Onda Cero. No le pesaban los guantes. Quizá tenía el temblor de la urgencia. Su  riñón había destilado esa combinación, esa alquia de café y metales que el hipotálamo registra con una palabra: PRIMICIA.PRIMICIA, el instante en el que el sistema nervioso se tensa como un arco. Tuvo la fortuna, y no siempre pasa, de tener al lado una nariz que huele el perfume agrio y alborotador de esos rayos fugaces tan raros en la Radio. Alsina dio paso a Rodríguez, Rodríguez (Ángel)  enhebró tres golpes, soltó el bombazo, y un instante después algún fatuo aspirante al título mordía sus babas en el suelo. Sonó la campana. También para Florentino que hasta que no lo dijo Onda Cero no había ditido. Enhorabuena, Ángel.

 

Post scriptum: como no le debo nada a nadie y estoy fuera de toda guerra, me permito el lujo del reconociento, que es un placer más alto y noble que el de la venganza. Yo lo he visto, y ha sido como un cometa, y no es casualidad que estas cosas, las pricias, sabe Dios el trabajo que cuestan. Y eso estoy seguro de que el cometa, como Halley, volverá.

 

 

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