Toda crisis debe tener cabezas de turco, tenemos la prera. Madoff, el gran estafador norteamericano, condenado a 150 años de cárcel (su abogado pedía 12 años) estafar 50.000 millones de dólares a millonarios, miles de inversores particulares y una ristra de bancos (entre ellos el Santander). El escándalo se destapó el pasado 10 de diciembre, tome nota la justicia española, juzgado en seis meses y con sentencia de las que el pueblo aplaude…parecido a lo que vemos aquí.
Pero como diría Quevedo, si pensamos en las víctas, “escasa consolación para quien tanto sufrió”, ya que el que te roben produce gran dolor. Al menos el Santander ha devuelto entre 137 y 140 millones de euros a sus estafados clientes (si es verdad lo publicado), mientras otros muchos bancos están en los tribunales peleando eludir su responsabilidad y no devolver un duro.
La sentencia del tribunal neoyorkino es “ejemplar” y con look cinematográfico. Habrá películas y libros, en este sistema todo tiene venta. Madoff seguirá sacando pasta desde la cárcel, lo lleva en la sangre. Para que no faltara de nada, el propio Madoff ató su nota emotiva al pedir perdón, en su últo alegato ante el tribunal, haber estafado a tanta gente, causado tanto dolor, y haber manchado el nombre de su familia y el de sus nietos para la posteridad. ¡Entecedor¡
Ha reconocido su delito, y se ha despedido del mundo de lujo en que ha vivido, gran parte de sus 71 años, con un gesto de arrepentiento. Recordemos que no nació rico, fue empleado de casas de inversión hasta que montó su chiringuito financiero. Fué quizá una últa pulsión de conciencia como judío, haber estafado a tantos hermanos de raza, incluyendo fundaciones judías, como la del director de cine Spielberg. Madoff saldrá de prisión con los pies delante, lo que no ocurre con los etarras cargados de asesinatos en España, ejemplo De Juana Chaos, que sigue suelto ahí, de vacaciones, con 25 muertos a la espalda y sólo cumplidos 18 años de cárcel. Piense y compare el lector, y si no le gusta el país, cómprese otro, como decía Groucho Marx de los principios.
PD) No me gustaba mi tocayo Michael Jackson, aunque era un genio rompedor, pero siento una profunda compasión su persona, era un enfermo, inmaduro y caótico. Tanto dinero como ganó y no le pusieron un buen psiquiatra para ayudarle. Un juguete roto más de la mitología y los dioses de barro que fabricamos.
MIGUEL CIFUENTES, PERIODISTA