La percepción del riesgo es de naturaleza totalmente distinta a las percepciones que hemos visto hasta ahora y más concretamente a la percepción visual. Percibir un riesgo es evaluar unos datos y emitir un juicio en cuanto al peligro potencial que para el perceptor presenta una determinada situación y su desarrollo. La realidad objetiva, comparando el número de vehículos que se ven involucrados en un accidente con lesiones y el parque mundial de vehículos, la probabilidad individual de sufrir un accidente es muy escasa. Algunos autores señalan que esa podría darse cada 57 años y si la probabilidad la establecemos entre el parque de automóviles a nivel mundial y la muerte en accidente de tráfico, esta se produciría una vez cada 2.500 años.
El conductor en una situación normal, no tiene en cuenta este tipo de probabilidades, si bien en su trabajo, en su hogar o en situaciones de interacción puede considerarse como real el riesgo de verse involucrado en un accidente de cualquier tipo, olvida estos datos cuando se sitúa tras el volante de su coche. Algunos autores consideran que la experiencia subjetiva del conductor promedio no contiene generalmente ninguna valoración subjetiva acerca de la posible ocurrencia de un accidente; incluso resulta indudable que la mayor parte de las personas, individualmente, se consideran a si mismos, no sólo más capaces sino también más seguros que el conductor promedio. No obstante existe un hecho indudable, no hay actividades libres de riesgo; una determinada conducta puede únicamente ser considerada segura si el riesgo es aceptable.
El riesgo percibido es un tante determinante de la decisión de una persona en una situación de elección concreta. Cada decisión depende de las respuestas subjetivas individuales a dos preguntas ¿Qué está en juego? y ¿Cuáles son las probabilidades? Lo que está en juego en un momento determinado puede ser experentado sultáneamente como positivo, ejemplo, satisfacer determinadas necesidades motivacionales, y como negativo, ejemplo, infringir una determinada norma de tráfico. Como se evalúa y se decide en estas situaciones es un proceso complejo. Se puede entender mejor estos comtamientos cuando asumos que la tolerancia al riesgo es mayor cuando los riesgos se asumen voluntariamente, cuando se perciben en términos de lo que podríamos llamar “bajo control”, cuando son familiares y cuando se les comprende. Los conductores están más influenciados la probabilidad de la ocurrencia de un evento, que la posible magnitud de sus consecuencias.
De esta manera podemos entender como, siendo la conducción una tarea de riesgo, no deja de crecer el parque automovilístico y el número de nuevos conductores. Cuando se toman decisiones en todo lo relacionado con el tráfico, lo general se percibe un bajo riesgo y si además añados la influencia de la publicidad, tenemos un resultado tremendamente peligroso. Estos conocientos psicológicos pueden y deben ser trasladados a los nuevos conductores en su formación vial y así realizar una prevención eficaz.
D. Roberto Durán Romero
Vocal del área de Psicología del Tráfico y de la Seguridad del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid)
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