La Política es una ciencia exacta para la mayoría de los ciudadanos, salvo para los propios políticos. A la cual, todavía hoy, asisto como ciudadana estupefacta. Voy a personalizar. La prera vez que puse los pies en el Hemiciclo de la Cámara Baja, es decir, el Congreso, donde se reúnen los 350 diputados elegidos democráticamente y que representan al Pueblo Soberano, tuve una profunda sensación de estar en un circo. En él, se exponía toda la tipología del factor humano: el vago semitirado hacia atrás mirando las musarañas, el travieso de pie, fuera de su asiento, haciendo sonoras carcajadas con los de al lado, mientras el parlamentario de turno exponía su ‘speech’, con mejores o peores dotes de interpretación, dramatismo, comicidad, arrogancia, pero casi siempre cierta vanidad. También me sorprendió el político que trasmitía compromiso, sentido del deber, humildad, conociento de que la única razón de su presencia era el trabajo al servicio público y nunca privado. Pero, como en la vida, este últo tipo escasea. Qué lásta que no exista un examen para poder ejercer de político. Las preras asignaturas a superar serían experiencia en gobernabilidad municipal, que es la más próxa, resultados eficaces en la administración pública y no en el despilfarro, sentido de servicio, sentido de la ética, castigo penado Ley a la mentira, castigo penado votos, a la arrogancia. Castigo, en fin, al lujo e incompetencia del que se hace gala en la política española. Cada vez que recuerdo que a Olof Palme le asesinaron en el metro de Estocolmo, mientras regresaba con su mujer de ver una película en el cine, y sin escoltas…Me viene a la cabeza cómo se ha degradado el espíritu de la política en España. De otra forma no se puede entender que, ante tamaña crisis económica, donde la “sangre” la pone el pueblo, unos y otros hayan estado perdiendo dos años, mareando la perdiz, como diría Rajoy, o Blanco, mientras la economía de las familias españolas se desangraba, y los trabajadores y los emprendedores perdían sus mejores años, sus ahorros, sus industrias y los puestos de trabajo generados, incapacidad de crear una ‘Voz única’ que dijera: “Hay que abrir el grifo del crédito ICO y hay que evitar, a toda costa, que se cierre ni una sola empresa. Hay que disminuir las trabas administrativas y ayudar con dinero a los emprendedores. Hay que cualificar a la Fuerza de Trabajo española para fortalecer la competitividad nacional. Hay que dar menos licencias de obra, que se está formando una burbuja inmobiliaria. Hay que Reformar el Mercado Laboral para favorecer a Empresa y Trabajadores. Hay que dar moratoria de puestos, o reducción, a las empresas nuevas en los preros tres años, mientras se estabilizan. Hay que poner dinero a los jóvenes para que puedan formarse y después devolverlo con trabajo….Tantas y tantas cosas donde llevamos un retraso de décadas. Esto nos habría ahorrado mucho dinero.
Concha Minguela
Directora de Gente en Madrid
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